07 noviembre 2022

#BajoAragónAnimalista - Ruido



Ruido


Tras dos años de ausencia por la pandemia, en 2022 han vuelto a todos nuestros municipios las fiestas patronales, y con ellas el uso de petardos y otros artefactos pirotécnicos en eventos organizados por ayuntamientos o comisiones de festejos, y también por parte de particulares.

Algunos niños y niñas, ciertas personas mayores, personas con capacidades diferentes y personas que padecen alguna enfermedad han vuelto a sufrir este año las molestias ocasionadas por el abusivo uso que se hace de petardos y cohetes durante nuestras fiestas patronales. Pero no sólo estas personas padecen los efectos del uso de la pirotecnia. La mayoría de los animales también sufren debido al uso que algunas personas hacen de artefactos pirotécnicos, principalmente petardos.

Es de ruido, de lo que vamos a escribir en esta ocasión. Más concretamente, del ruido provocado por la pirotecnia y sus efectos sobre los animales (sean de compañía o no).

Es habitual que tanto durante nuestras fiestas populares, como para Nochevieja o durante la noche de San Juan se utilice la pirotecnia para amenizar esas especiales fechas. Es un hecho comprobado que tras la noche de San Juan las protectoras de animales recogen muchos animales que se han escapado presos del miedo y que no han sabido regresar a sus hogares.

Las reacciones de nuestras mascotas pueden ser de lo mas variadas cuando sufren estrés al oír petardos. Éstas suelen ser las más habituales: salir corriendo sin control, esconderse, orinarse, tener más sed de lo normal, taquicardia, temblores, falta de aire, jadeos continuos, salivación, náuseas, aturdimiento, pérdidas de control y miedo.

Todos estos síntomas, en ocasiones, pueden causar la muerte de nuestras mascotas.

Las aves también reaccionan ante los estruendos de los petardos sufriendo taquicardias que pueden ocasionar su muerte.

No sólo nuestros perros y gatos son los perjudicados por el uso de la pirotecnia. También los que viven en las calles, los que se han quedado solos en sus casas, y las aves que habitan en nuestros pueblos y ciudades son víctimas inocentes de la pirotecnia.

¿Por qué muchos animales reaccionan de esta manera ante el ruido provocado por la pirotecnia?

Para empezar, vamos a hacer hincapié en las diferencias que hay entre miedo y fobia. El miedo es una respuesta emocional que aparece cuando un individuo se enfrenta a un estímulo o una situación amenazante, constituyendo un mecanismo de adaptación o supervivencia ante situaciones que podrían llegar a resultar peligrosas. Es pues, una respuesta normal y adaptativa que conlleva cambios tanto fisiológicos como de conducta. Para que el miedo resulte adaptativo debe aparecer sólo en circunstancias verdaderamente peligrosas o amenazantes para la seguridad del animal.

Si la respuesta de miedo es desproporcionada (ya sea en duración, intensidad o en ambas a la vez) frente al estímulo o situación que es percibido por el individuo como peligrosa, pasamos a hablar de una fobia. La respuesta fóbica no es normal ni adaptativa; por definición interfiere con el normal funcionamiento y supone un serio problema para el bienestar del animal.

Cuando hablamos del miedo de los animales a los estruendos provocados por la pirotecnia, en realidad de lo que estamos hablando es de una fobia, y cuantas más veces se vean expuestos los animales al estímulo, sus respuestas fóbicas aumentarán.

Los animales no tienen la capacidad de racionalizar su ansiedad y por ello sufren una forma más profunda e intensa de terror, similar al estrés post-traumático en los seres humanos.

Según algunos estudios la mitad de los perros urbanos sufre alguno de los síntomas relacionados con las explosiones de petardos. También destacan que los estímulos que se producen de manera impredecible, intermitente y de alta intensidad (es el caso de la pirotecnia) son más propensos a inducir una fobia que los que ocurren con menor intensidad y/o con mayor frecuencia y previsibilidad.

Otro factor a tener en cuenta es la enorme agudeza auditiva de los perros. Para ellos, el estruendo de la pirotecnia es una experiencia más intensa que para los seres humanos. Las explosiones de los fuegos artificiales (que pueden emitir sonidos de hasta 190 decibelios,110 a 115 decibelios por encima del rango de 75 a 80 decibelios, donde comienza el daño para el oído humano, que da lugar a tínnitus y pérdida de la audición) provocan un efecto mucho más perturbador para el oído de los animales que para el oído humano, llegando a afectar al funcionamiento de este sentido. La pirotecnia genera un nivel de ruido más alto que el de los disparos (140 decibelios) y el de algunos aviones jets (100 decibelios).


No sólo los perros sufren con la pirotecnia

Los caballos son animales muy sensibles y cualquier cosa inesperada les puede asustar. Sus reacciones de pánico pueden resultar extremadamente dramáticas y peligrosas tanto para ellos como para las personas cercanas. Las gallinas ponedoras muestran una producción de huevos extremadamente baja el día después de una explosión de fuegos artificiales. Los gatos, por lo general, tratan de ocultarse o escapar. Otras veces pueden correr detrás de los explosivos, pudiendo ingerirlos, perder la vista o lesionarse.

No sólo el ruido de la pirotecnia es perjudicial tanto para animales como para las personas. El denso humo que produce la pirotecnia está compuesto principalmente de polvo fino respirable y venenoso que no solo puede empeorar enfermedades ya existentes, sino también desencadenar otras.

¿Cómo afrontar los problemas que el ruido de la pirotecnia genera en nuestras mascotas? Obviamente la solución sería dejar de utilizar pirotecnia, cosa que poco a poco se está consiguiendo. No vale pensar y opinar que la pirotecnia sólo se utiliza durante 4 días al año. Durante esos días, en solamente unos minutos, cualquiera de nuestras mascotas puede perder la vida por los motivos que hemos expuesto anteriormente. Ha pasado, pasa y pasará si las cosas no cambian.


Legislación vigente y alternativas a la pirotecnia

Salvo eventos culturales autorizados, como los fuegos artificiales de las ferias y fiestas locales y demás celebraciones, el uso de petardos en la vía pública está prohibido en la gran mayoría de las ordenanzas municipales de nuestro país.

Sin embargo, su empleo por parte de particulares (muchas veces menores de edad) continúa ajeno a la molestia humana y al sufrimiento de los animales.

Por suerte hay una creciente aceptación de alternativas a la pirotecnia, como los espectáculos de luz láser y con drones. Fuera de nuestras fronteras (en España siempre vamos rezagados) la solidaridad con los demás animales llega más lejos: la ciudad de Collechio (Italia) ha sido de las primeras en programar fuegos artificiales silenciosos, con el mensaje consistorial de que es posible disfrutar de la pirotecnia sin tener que provocar el pánico entre los habitantes no humanos del municipio.

Tras lo expuesto, ¿es necesario que para divertirnos tengamos que provocar sufrimiento a los animales que nos rodean? Rotundamente no.

Es por ello que pedimos a los ayuntamientos que, en un ejercicio de solidaridad y empatía con toda la ciudadanía y con los animales que nos rodean, endurezcan sus normativas referentes al uso de la pirotecnia en sus municipios para controlar e incluso erradicar el uso abusivo e indiscriminado de petardos en nuestras calles.

Allá por 2020, desde nuestros balcones, nos autoconvencimos de que tras la pandemia “volveríamos mejores”. Hoy podemos afirmar que muchos no lo han hecho. Siguen existiendo conductas egoístas y nada empáticas con los animales e incluso con las personas.

Como dijo el fabulista de la antigua Grecia, Esopo: “La rueda más estropeada del carro es la que hace más ruido”.■

Bajo Aragón Animalista    
bajoaragonanimalista@gmail.com

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