La cultura japonesa tradicional, de una radiante sensibilidad y delicadeza poética, filosófica y artística, siempre ha sido un punto de referencia para mí, desde su extraordinaria creación espiritual del mundo zen a sus maravillosas y creativas proyecciones en el mundo natural, flores, vegetales, agua y piedras, paisaje, jardines y costumbres relacionadas con la cortesía, la danza o el teatro.