Bueno, bonito y barato (BBB)
Los antiguos comerciantes ofrecían al cliente esta fórmula atractiva.
Ellos habían profundizado en los deseos de la clientela y habían dado con la solución. Las tres bes: BBB.
Con ello no solo ofrecían la mejor compra, también la paz interior. El proceso de decisión del comprador es difícil, cansado y puede llevar a la angustia. Esto puede llevar a la paralización de los indecisos. Es la famosa parálisis por el análisis. La oferta BBB era la solución.
Veamos. Queremos para nosotros algo bueno. Lo que juzguemos como bueno dependerá de nuestra experiencia, de la información pública, de los consejos. ¿Cuál seguir?
Nuestro cerebro comienza un proceso de pensamiento que conlleva un cansancio. Vemos varias opciones que debemos conservar en la memoria mientras las comparamos con otras. Una vez y otra. ¿Qué buscamos? Claro está: Lo más bueno, eso que llamamos “lo mejor”.
Pero este esfuerzo no acaba allí, hay algo que nos viene de nuestra experiencia y educación, el atractivo, la belleza que queremos para nosotros, lo “bonito”. Y comienza el drama a dos: “Vale es bueno, pero es tan feo”. Es ese abrigo que da tanto calor pero es horrible a la vista. Y comparamos lo bueno y lo bonito también una y otra vez.
Vamos a comprar un piso. La pareja pone condiciones y deseos en la decisión. Que sea soleado, y amplio, que tenga ascensor, que esté cerca del colegio, que se pueda aparcar, que lo podamos pagar... y así…
Si superamos el esfuerzo de la comparación a dos llega la tercera, debe ser accesible, debe ser “barato”.
Y comienza de nuevo el drama, compararemos algo suficientemente barato una vez con algo bonito, otra vez con algo bueno, otra vez algo más barato con algo menos feo… y así sucesivamente. Y llega el cansancio y a algunos la angustia.
En este proceso interviene y mucho la experiencia previa: “Yo una vez me compre un destornillador en el chino por un euro y se despuntó al tocar el primer tornillo. ¡No quiero nada barato!”.
Esa mala experiencia condiciona la decisión final. Solo quedan lo bueno y lo bonito. Es una lucha a dos.
(Para evitar esta situación de angustia y “facilitar” nuestra vida ahora han inventado la llamada inteligencia artificial. Pero tiene truco, el programador ha dado más peso al factor que le convenga y ese será el resultado”).
Ellos habían profundizado en los deseos de la clientela y habían dado con la solución. Las tres bes: BBB.
Con ello no solo ofrecían la mejor compra, también la paz interior. El proceso de decisión del comprador es difícil, cansado y puede llevar a la angustia. Esto puede llevar a la paralización de los indecisos. Es la famosa parálisis por el análisis. La oferta BBB era la solución.
Veamos. Queremos para nosotros algo bueno. Lo que juzguemos como bueno dependerá de nuestra experiencia, de la información pública, de los consejos. ¿Cuál seguir?
Nuestro cerebro comienza un proceso de pensamiento que conlleva un cansancio. Vemos varias opciones que debemos conservar en la memoria mientras las comparamos con otras. Una vez y otra. ¿Qué buscamos? Claro está: Lo más bueno, eso que llamamos “lo mejor”.
Pero este esfuerzo no acaba allí, hay algo que nos viene de nuestra experiencia y educación, el atractivo, la belleza que queremos para nosotros, lo “bonito”. Y comienza el drama a dos: “Vale es bueno, pero es tan feo”. Es ese abrigo que da tanto calor pero es horrible a la vista. Y comparamos lo bueno y lo bonito también una y otra vez.
Vamos a comprar un piso. La pareja pone condiciones y deseos en la decisión. Que sea soleado, y amplio, que tenga ascensor, que esté cerca del colegio, que se pueda aparcar, que lo podamos pagar... y así…
Si superamos el esfuerzo de la comparación a dos llega la tercera, debe ser accesible, debe ser “barato”.
Y comienza de nuevo el drama, compararemos algo suficientemente barato una vez con algo bonito, otra vez con algo bueno, otra vez algo más barato con algo menos feo… y así sucesivamente. Y llega el cansancio y a algunos la angustia.
En este proceso interviene y mucho la experiencia previa: “Yo una vez me compre un destornillador en el chino por un euro y se despuntó al tocar el primer tornillo. ¡No quiero nada barato!”.
Esa mala experiencia condiciona la decisión final. Solo quedan lo bueno y lo bonito. Es una lucha a dos.
(Para evitar esta situación de angustia y “facilitar” nuestra vida ahora han inventado la llamada inteligencia artificial. Pero tiene truco, el programador ha dado más peso al factor que le convenga y ese será el resultado”).
No es tiempo de silencio. Se debe decir que en cierta comarca de Teruel, el Maestrazgo, se ha tomado una decisión errónea, legítima ahora, de graves consecuencias para los actuales y los futuros habitantes.
(Hay situaciones que no controlamos, preestablecidas: En el banco si se pide una hipoteca de jubilado no se concede a pesar de otros factores analizados. El factor de cerrojo funciona).
¿Y qué pasa cuando un factor es decisivo, que es tan importante que anula a los demás?
Pensemos en términos matemáticos. ¿Cuál es el límite de lo barato? Es fácil: El límite de lo barato es lo gratuito.
Los expertos dicen: “El valor es el grado de utilidad o aptitud de las cosas para proporcionar bienestar o deleite o para satisfacer necesidades”.
Hay un error en valorar priorizando lo que es gratuito, nuestro gran poeta, sabio, Don Antonio Machado nos pedía que estuviéramos atentos a nuestras decisiones y lo advirtió así: “Todo necio confunde valor y precio”
La educación juega un papel fundamental en esto, una persona educada en un sentido u otro formará sus valores y tomará sus decisiones según esa experiencia. (Por eso la política asalta el sistema educativo cuando tiene ocasión de gobernar y los planes de estudio diferentes se suceden como las estaciones.)
Leemos que en cierta comarca tendrán electricidad gratis. La decisión tomada no era BBB, la decisión era sesgada entre bbG.
Y la G, mayúscula y poderosa de Gratis, ha arrasado, lo bueno y lo bonito han perecido, han cedido su espacio ante la gratuidad.
Se ha renunciado al bienestar y el deleite del entorno.
¿Es algo nuevo y sorprendente? No; estamos cansados de ver como se compra en rebajas algo que no se necesita. El precio manda en esos casos.
Claro que es el precio confundido en el valor.
En precio es numérico. Se estudia en las asignaturas de ciencias. Los números naturales son claros un número más uno es mayor que el anterior. Si hacemos el razonamiento mayor igual a mejor la cosa está solucionada. No hay esfuerzo, no hay angustia. Pero es engañoso.
El valor se estudia en las asignaturas de letras. Es más complicado, depende de lo que se espera de la vida, la vida es finita, por lo que el valor primero se disfruta y después se deja en herencia. Transmitimos el valor (o no) a los que vienen detrás.
¿Podemos decidir solo por precio eliminando los otros valores?
Ya lo creo que podemos, lo importante es si debemos, pero esto nos lleva a categorías superiores de ética, de lo que espera de la vida… Y allí las opiniones son multitud.
La economía es una ciencia social, nuestra sociedad se basa en la libertad, lo que no está expresamente prohibido se puede hacer y la única solución es educar el valor de las cosas.
No es tiempo de silencio. Se debe decir que en cierta comarca de Teruel, el Maestrazgo, se ha tomado una decisión errónea, legítima ahora, de graves consecuencias para los actuales y los futuros habitantes.
Es hora de mostrar el rechazo confiando en que la visión del valor cambie la ecuación y esto se pare. La ecuación debe cambiar a BBg.
Y lo gratuito, y sus consecuencias, debe ser analizado con una visión amplia y finalista. Se dice que tendrán la luz gratis, en su caso deberían decir que tendrán la electricidad gratis. Han renunciado a la Luz.
Un viento razonable de muchos opinando puede parar el viento que mueve las turbinas. (Un deseo para 2023).
NOTA 1
Por otra parte las empresas que ofrecen gratuidad se supone deberán tributar por esa liberalidad en los impuestos directos e indirectos.
Y los receptores de esa gratuidad se supone que deberán tributar por esa subvención como ganancia patrimonial no exenta. El gratis total no debería existir en este caso.
NOTA 2
Hay muchas situaciones con ofertas gratuitas que deben hacer pensar. La primera apuesta en las casas de juego por internet se ofrece gratis. La primera dosis que dan los traficantes a los menores es un regalo. Si le damos datos a algunas empresas participamos gratis en el sorteo de sus productos. Gratis te dan el programa del partido en los mítines. Programas de ordenador y móvil… muestras de productos… cursos para operar en bolsa… asesoría financiera bancaria…
A estas alturas lo gratuito debe llevar a sospechas.
NOTA 3
El origen de esto tristemente nace del previo abandono publico dilatado en el tiempo.■
José Antonio Sola
Economistajsola@reaf.es
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