#cyc86Editorial - Energía km.0
Gran parte de la solución a muchos de nuestros problemas como sociedad y consumidores está en nuestros tejados. Si se planificara desde el gobierno central una campaña de promoción de placas fotovoltaicas en las techumbres de las edificaciones, ya sean públicas o privadas, de nuestro país para la generación eléctrica de autoconsumo, con la posibilidad de verter a la red los excedentes eléctricos, posiblemente se nos quitarían muchas preocupaciones relacionadas con la energía como las constantes subidas de la factura de la luz, por parte de las grandes compañías, así como los posibles cortes y encarecimientos del gas debido al conflicto en Ucrania.
Nuestra soberanía energética asociada al autoconsumo mediante placas fotovoltaicas en los tejados resolvería de golpe problemas enquistados desde hace décadas en España relacionados con la conservación del medio ambiente, los abusos del oligopolio eléctrico o la resolución de la pobreza energética y además la democratización de la generación de energía, que se produciría con la generalización de esta tecnología en nuestros tejados, repercutiría positivamente en la economía de muchas familias y empresas.
Que nuestra factura de la luz dependa de la situación política de países a miles de kilómetros, sometidos a inestabilidad y a la pugna geoestratégica de las grandes potencias, nos hace débiles y dependientes. El concepto km.0 aplicado a la generación energética, pero también como habitualmente se realiza a la venta y producción de alimentos de cercanía, nos da una pista muy potente de por donde debe ir el futuro para evitar las turbulencias de los mercados en nuestra cesta de la compra y nuestras facturas energéticas.
Verdaderamente no estamos descubriendo nada nuevo, más bien recuperar lo que nunca debimos perder. Si antes nos calentábamos con la leña del bosque y nos alimentábamos con los animales de nuestro corral y las hortalizas de nuestro huerto, ahora, sin tener que cambiar de estilo de vida, también podemos calentarnos con la energía que mismamente se genera en nuestros tejados y comer de lo que nuestros agricultores producen a nuestro alrededor.
La globalización no debería consistir en comer naranjas de Marruecos, uvas de Perú o calentarnos con gas de Siberia o carbón sudafricano, sino en compartir nuestro conocimiento para combatir el covid o el cáncer, entre otras muchas cosas.■
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