06 marzo 2023

#MiguelÁngelGracia - La Torre Eiffel turolense destruida

Miguel Ángel Gracia
Especialista en proyectos europeos, desarrollo local
magconsultor@hotmail.es
www.consultoraeuropea.com

La Torre Eiffel turolense destruida


Hace unos días ha caído la chimenea de la térmica de Andorra, espectáculo de dudoso gusto y compartido en redes, con el que se ha querido escenificar el golpe final a la economía del carbón en Teruel. Al hilo de este hecho, desde diferentes instancias sociales y políticas se debatió la conveniencia de mantener esta infraestructura, la más alta de Aragón y la tercera de España, como elemento patrimonial.

Algunos han llegado a este debate a última hora, no sé si por descuido previo o por oportunismo. Por mi parte, en diciembre de 2018 (es decir, un año y medio antes del cierre de la central), ya escribí en mi blog, en un post titulado “Ideas para un futuro sin carbón”, lo siguiente: “Por favor, no desmantelen la térmica. Aprendamos de los errores del pasado: en 1982 se cerró la central térmica de Aliaga, que fue desmantelada. El resultado es una ruina fantasmal, en un entorno natural de gran belleza y valor (el parque geológico), pero que no se puede visitar y no puede añadir valor y oportunidades a un territorio que tanto lo necesita. Andorra cuenta con una chimenea de 343 metros, una de las estructuras más altas de España, ¿y vamos a desmontar esto, con el potencial que tiene? (desde un posible ascensor panorámico hasta concursos de escalada extrema…). La central ha sido objeto de visitas por parte de institutos, universidades y público especializado, y se encuentra a una hora de la quinta ciudad de España… ¿Vamos a desmantelar algo que, aunque no esté en funcionamiento, es un aula magnífica sobre energía, naturaleza, medio ambiente y sociedad…? ¿Vamos a gastar millones de euros en desmantelar lo que ya existe y tiene posibilidades, para luego volver a gastarnos más millones en construir “algo” que genere “atractivo” en el territorio…?”

Se nos dice que “arreglar” la chimenea hubiese costado cuatro millones de euros, y otros 300.000 al año el mantenerla. Creo que hay que ver las cosas en su conjunto. Aunque la chimenea era el elemento más emblemático, en realidad era toda la central la que valía la pena mantener. De lo contrario, la producción eléctrica habrá pasado por Teruel sin dejar huella para las generaciones venideras. Tal vez la chimenea como tal no hubiese servido para un ascensor o para escalada, pero solo su presencia ya hubiese sido un atractivo nada desdeñable (en este sentido, cabe recordar el caso de la Torre Eiffel, que tantos detractores tuvo ya en el momento de su construcción, y cuya demolición estaba prevista tras la exposición universal de 1889, siendo la presión popular la que lo evitó; casi en la misma época, en 1892, en Zaragoza se derribaba la Torre Nueva,.. lo que da idea del muy diferente enfoque del patrimonio que había y sigue habiendo entre Francia y España...).

Sobre el dinero, creo sinceramente que no es un problema de recursos: en el marco de un megaproyecto de renovables (el “Nudo mudéjar”), de un supuesto compromiso con el territorio, y con una inversión prevista de 1500 millones de euros, cuatro millones en restauración son “calderilla” para una empresa como Endesa; en el caso del dinero público, los Fondos de Transición Justa o los fondos Next Generation de la UE, o incluso el Fondo de Inversiones de Teruel (donde gastamos ocho millones todos los años para un fin de semana de MotoGP...) podrían aplicarse, en el marco de una economía diversificada y resiliente… en definitiva, que si no se ha mantenido es por falta de voluntad social, política y empresarial, no por falta de dinero.

Y sobre el empleo generado por la demolición, pues qué quieren que les diga… si todo lo que se nos ocurre para paliar el cierre de la central es aplicar una “economía de derribo”, tenemos un problema. ¿Es que esa restauración de cuatro millones no generaba empleo en sí misma, igual que el mantenimiento...? ¿qué ingresos y empleos generará el derribo una vez concluido...?

En conclusión: prisas, improvisación, destrucción del patrimonio y poca visión de futuro.■

 

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