Sonia Bel Faci
Escritora y actriz
www.soniabelfaci.com
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Hoy te propongo escuchar un cuento, así que busca un lugar cómodo, relájate, respira profundamente, entrega este artículo a quien tengas a tu lado, cierra los ojos y disfruta. (Es muy importante entregar el artículo antes de cerrar los ojos).
Hace muchos, muchos años, así como una barbaridad de ellos, en el Mundo de los Espejos, la Reina Madre quiso obsequiar a sus súbditos con un don muy especial.
Todos los espejos del reino recibieron en su casa una invitación a palacio. Junto al papelito brillante había unas instrucciones; debían acudir con rigurosa puntualidad, a las 13:46, resplandecientes y sin comer las 48 horas anteriores a la fiesta.
Llegó al fin el día tan ansiado por todos, y a la hora convenida, la Plaza Mayor del reino se llenó de brillantes espejos deseosos de conseguir el don. Había tantos, que el reflejo del sol sobre ellos iluminaba la cara oculta de la luna, para sorpresa de los tranquilos luneros.
Su Majestad salió al balcón y con su mente poderosa comenzó a enviar hacia el centro de cada uno de ellos, un poder mágico que les haría capaces de adivinar el futuro, convertirse en puertas mágicas a otros mundos o atrapar las almas de los difuntos.
Un gran alboroto se apoderó de la mayoría de ellos, los que no entendían lo que pasaba tuvieron que rendir cuentas, ya que la magia sólo actuaba cuando sus estómagos estaban completamente vacíos.
A las 14:46, llegó, silbando, un pequeño espejo de mano. Había recibido la misiva, como todos los demás, pero no había creído importante recibir un regalo de la Reina. Él ya tenía todo lo que deseaba; una vida tranquila, una familia estupenda y unos amigos geniales con los que compartir gran parte de sus días. ¿Un don? ¿Para qué quería eso?
Al cabo del tiempo, muchos de los habitantes de ese reluciente mundo, terminaron rotos, encerrados en cajas bajo cincuenta candados o simplemente condenados a vagar sin rumbo el resto de su existencia. Para su desgracia, no habían sabido controlar sus poderes y ese don que con tanto entusiasmo y sin ningún esfuerzo habían conseguido, fue su perdición.
Por suerte, hubo quienes supieron apreciar el regalo y aún ahora siguen ayudando a seres de dos piernas y una… ¿cabeza? en ritos, rituales y ceremonias varias.
¿Qué pasó con los que se habían saltado la norma de la comida? Quizá tú tienes en tu casa un par de ellos.
¿Y con el pequeño espejo feliz? Pues eso, él sigue feliz.
Y colorín colorado, la historia de un espejo ha terminado.
Tan sólo una pregunta antes de que abras los ojos. Si tuvieras que identificarte con uno de los espejos de la historia ¿cuál serías? ¡A pensar!■
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