04 septiembre 2022

#NachoMartínez - La funcionalidad de VOX o el fascismo como último candado del capitalismo


Nacho Martínez         
Militante IU-Zaragoza


Los diferentes partidos fascistas, ahora y en el pasado, siempre se han activado para defender los privilegios del capitalismo oligárquico frente a las demandas de las organizaciones de la clase trabajadora



Los procesos sociales suelen ser complejos, así como las distintas expresiones que se desarrollan en ellos. No existe un motivo o causa que explique un acontecimiento social, ni se reproduce miméticamente una situación histórica del pasado, por mucho que existan elementos de épocas pasadas y similitudes en el proceder de unos actores u otros. La sociología es mucho más que la suma de múltiples estadísticas y variables que se desarrollan en la sociedad, por más que estas puedan ayudar a la compresión de la realidad social.

Al abordar este tema, debo reconocer, que no tengo una posición acabada o definitiva sobre VOX, la historia resolverá muchas de las dudas sobre el origen y el desarrollo de esta fuerza política. Ese devenir histórico no obviará las distintas percepciones y conclusiones que se puedan dar sobre los mismos acontecimientos, así como, de la participación en ellos de una agrupación, colectivo o, partido político concreto. Este escrito, trata de ser una modesta aportación a un debate que entiendo necesario.

En muchas ocasiones se tiende a simplificar y personalizar lo que resulta complejo de entender: “Putin es la maldad hecha persona”, “Hitler era un loco y sádico criminal”, “Napoleón era un genio que perdió el norte”, “Fernando VII era un felón”, “Juan Carlos trajo la democracia a España”… Así encontramos innumerables ejemplos históricos. Obviamente, la personalidad de los distintos actores juega un papel en la historia pero, no ayuda mucho a comprender el origen de los procesos, ni su desarrollo o evolución. Personalidades de todo tipo existen en la mayoría de las sociedades, pero, ¿qué hace que Hitler, Napoleón o Juan Carlos sean protagonistas de un momento histórico determinado?

Para analizar un fenómenos como VOX, debemos partir de una realidad: nunca han dejado de existir en el Estado español organizaciones ultraderechistas y/o fascistas. No se trata de una opción que no existiera, lo que la diferencia en la actualidad de otras similares, incluso de los inicios de VOX, es al apoyo electoral recibido. ¿Se han vuelto, repentinamente, ultraderechistas o fascistas más de 3 millones y medio de personas?

No. Como he tratado de explicar existen múltiples y complejos factores para recibir ese apoyo, en mi opinión, el más importante, la crisis económica de 2008. Sin comprender esa crisis y el empobrecimiento generalizado de la clase obrera y las capas medias de la sociedad, sería muy difícil entender el 15-M, la aparición de Podemos, el apoyo que recibe VOX o la crisis que han sufrido PP y PSOE, el procés català, etc. Está claro que los efectos en la psicología de las masas ni son homogéneos, ni inmediatos, pero una vez más el marco económico repercute en el comportamiento de la sociedad.


¿A quién representa VOX?

Todas las fuerzas políticas tratan de ampliar su base social, pero no por eso dejan de representar, desde su origen, los intereses de una capa o clase social determinada. Obviamente, las clases sociales no son monolíticas, y dentro de ellas existen distintas posiciones, pero hay factores comunes o generalizados dentro de cada una de ellas.

El apoyo electoral de VOX es fruto del cabreo y hastío generalizado entre las capas medias de la sociedad, pequeños empresarios, autónomos, profesiones liberales, altos funcionarios, mandos del ejército, altas esferas de la judicatura. Esta es la mayor fuente de apoyo, en el que estas capas de la sociedad expresan un alto enfado con la situación social. Solo hace falta escuchar a algunos de sus militantes o simpatizantes para saber a lo que me refiero: desprecio generalizado, insultos, llamamientos a la “mano dura”, volver al pasado, expulsar a los inmigrantes, simplificaciones históricas.

Estos son los sectores a los que movilizan y dicen representar. Sin embargo para ir más allá y penetrar en otros sectores sociales lanzan el discurso del enemigo fácil, el indefenso. Tratan de explicar a los sectores más necesitados que el enemigo es el que es tan pobre o más que ellos. Remueven el instinto de supervivencia elemental para culpar y atacar al supuestamente inferior, estimulando enfrenamiento y odio racial y/o nacional. Eso sí, sin cuestionar el papel del Estado, la monarquía, la iglesia o a cualquier otro tipo de privilegiados, banca, multinacionales o cualquiera otro que pueda situarse en un escalafón superior de la estructura social.

Pero no siempre se representa lo que se dice representar. En última instancia, VOX, representa los intereses de los más poderosos, a los que no inquieta lo más mínimo, es más, los tranquiliza en la media en que no los responsabiliza de ninguno de los males de la sociedad. Al desviar la atención y encauzar el enfado hacia los débiles, acaba por proteger a los verdaderos dirigentes de la sociedad.

Desde que VOX ha adquirido relevancia política se le trata de incluir en uno tipo de ideología: ultraderecha, ultranacionalistas, fascistas, franquistas… No tenemos espacio para desarrollar cada uno de los términos, si quisiera explicar sucintamente lo que fue el fascismo en los años 20-30 del siglo pasado y lo que puede volver a ser, el fascismo. Existen paralelismos y diferencias importantes en el caso que nos ocupa.
 

Fascismo, nazismo y franquismo

Obviamos las intenciones y las descalificaciones que podemos hacer de sus dirigentes. No se trata de averiguar hasta qué punto serían capaces de reproducir las atrocidades que el fascismo cometió en el pasado, basta con recordar la defensa actual que hacen del franquismo. A pesar de que lo quieren obviar, el franquismo, no fue otra cosa, que la forma en la que se desarrolló el fascismo en nuestro Estado. Hasta en los símbolos, basta recordar que el saludo fascista, el mismo que hacían Hitler y Mussolini fue obligatorio en la zona nacional, desde el inicio de la Alzamiento Nacional hasta el 11 de septiembre de 1945, tras la derrota de los nazis quedo como algo “voluntario”.

No fue solo cuestión de símbolos, el apoyo de nazis y fascistas resulto decisivo para la victoria de su homólogo en la Guerra Civil Española, apoyo que devolvió Franco con la División Azul, o el envío de trabajadores a Alemania –que fueron prácticamente esclavos– como pago de la deuda contraída por los “nacionales” en la guerra, o el cobijo y ocultación de dirigentes nazis tras la derrota de Hitler. Tratan de convencernos constantemente de que no eran lo mismo, vano esfuerzo; por sus objetivos, política y crímenes eran lo mismo, con las pequeñas diferencias propias de cada uno de los Estados.

Hubo una diferencia sustancial, el fascismo en Italia y el nazismo en Alemania lograron un importante apoyo social, consiguieron movilizar masas y crear organizaciones con constante actividad y militancia. En el Estado español no fue así, no lo consiguieron. El fascismo español solo pudo triunfar a través de un golpe de Estado y una sangrienta Guerra Civil.

En los años en los que surgió el fascismo, la crisis del capitalismo mundial, puso encima de la mesa situaciones revolucionarias, que pusieron en jaque los intereses de las distintas burguesías. Una clase obrera combativa cuestionó el sistema y se organizó contra él. Además, el ejemplo de la revolución rusa estimuló a unos y atemorizó a otros.

Por eso aparecieron los partidos fascistas, como último bastión en la defensa del sistema social. No fue producto de una locura de un grupo de iluminados que se reunían en una cervecería de Baviera. Por no extenderme en demasía, Hitler fue apoyado y financiado por el Estado y la burguesía alemana: Volkswagen, Bayer, Kodac, Basf, BMW, Kuhn; también recibió el apoyo entusiasta de empresas norteamericanas como Ford o IBM. Por más que quieran ocultar la historia, así fue. Estas empresas no sintieron peligrar sus beneficios, ganaron dinero antes de la guerra, durante la misma, y siguen ganándolo ahora. En ningún caso el fascismo, el nazismo o el franquismo, cuestionaron el capitalismo, favoreciendo como nunca los intereses de las grandes fortunas.

Su misión histórica, principal, era acabar con las organizaciones de la clase obrera, sus partidos políticos y sindicatos. Lo hicieron sin remilgo alguno, no se trataba de destruir la democracia en abstracto, el problema es que la democracia y las organizaciones obreras eran incompatibles con los intereses económicos de los grandes poseedores. En el caso alemán, el nazismo, no solo trató de acabar con las organizaciones de la clase obrera en su Estado, sino también acabar con la URSS por la influencia ideológica y ejemplo que producía en miles de militantes comunistas en toda Europa. Influencia que se descompuso en parte por el pacto que realizó Stalin con Hitler poco antes del comienzo de la II Guerra Mundial, dejando inermes a multitud de comunistas (pero esto ya es otra historia…).

El proceso de fascistización que se dio en Europa a partir de los años 20 y que se consolidó en los 30 del siglo pasado, fue un proceso que se dio ante el temor real e inmediato de la burguesía de perderlo todo; sin embargo hoy no es el caso. El fascismo fue un dique de contención ante los intentos revolucionarios que se produjeron después de la I Guerra Mundial, en Alemania y otros países europeos. Y ya durante la II Guerra Mundial, si no hubiera sido por la intervención norteamericana es posible que la URSS hubiera llegado hasta Gibraltar, puesto que, entre otros factores, las distintas resistencias francesa, italiana, yugoslava o griega estaban formadas en su mayoría por militantes comunistas.


¿Qué es VOX?

VOX, cuando menos, es un instrumento en manos de algunos sectores de la oligarquía en nuestro Estado. Sectores que atemorizados ante la corrupción del PP y su posible desaparición, impulsaron este partido, financiándolo y publicitándolos en los medios de comunicación. Igual que en su día crearon a Ciudadanos y al no cumplir Rivera la función que le asignaron –pactar con Sánchez– le hicieron desaparecer de la escena.

No creo que se den las condiciones para el triunfo del fascismo a corto y medio plazo, no existe riesgo inmediato para el sistema económico. Otra cuestión es, la necesidad de gobiernos de derecha más “duros” que los anteriores. Es decir, gobiernos que sientan presión por la derecha para dejar de ser la “derechita cobarde”. En un mundo ideal, para la derecha, habría que acabar con la sanidad y la educación públicas, desregular completamente el mercado laboral, eliminar las prestaciones sociales, el desempleo, privatizar las pensiones… Eso es lo que defiende Vox, por así decirlo el programa de máximos de la burguesía.

Vox tiene un pie en el pasado y otro en el futuro, en el pasado histórico del fascismo y en las más que previsibles tensiones sociales que se avecinan. Todo indica la cercanía de una crisis económica de gran magnitud –no creo en la crisis final–, crisis, que además de los condicionantes tradicionales viene acompañada por una crisis energética y medioambiental que nos obligará a replantearnos muchas cosas, entre otras el predominio de un sistema social irracional y cortoplacista.

En ese hipotético contexto, es posible que veamos organizaciones fascistas, incluso de masas. En ese caso, no sé si sería Vox, el PP, una escisión de estos o una organización distinta. Es lo de menos; lo importante es que para que esa situación sea un peligro real, la izquierda deberá cometer muchos y graves errores.

Y los errores que debemos evitar, principalmente, son el ser consecuentes en la defensa de lo que predicamos, dando ejemplo y renunciando a los privilegios que el sistema da a sus cargos públicos, defendiendo y aplicando un programa que reparta el trabajo y la riqueza, anteponiendo los derechos sociales y proponiendo y ejecutando una planificación democrática de la economía que preserve el medioambiente y racionalice el consumo energético…

La lucha contra el fascismo, la ultraderecha o la derecha debe afrontarse desde la perspectiva y la esencia de lo que representan. Y simplemente son distintas herramientas con un mismo objetivo: preservar el sistema social y los privilegios de unos pocos; que en función del momento histórico y las necesidades concretas utilizaran la que consideren necesaria.■

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