01 julio 2022

#JoséAntonioSola - Paz


Paz


Oído en una conversación de calle.

Mira cuanta paz se respira.

Paz, dijo el otro. Eso es que no miras bien.

¿Si, respondió el otro? ¿Qué hay que mirar?

Por ejemplo empezando por el suelo. Ves esos dos palomos agresivos buscando comida entre las mesas del bar. Se acercan desafiantes al gorrión para echarlo y el gorrión más rápido dando saltos les acaba de arrebatar una miga de pan. Se va volando. Merece llamarse Zelenski.

Ves al dueño del bar. No tiene cara de paz. Ha visto el cartel de cierre de varias tiendas cercanas. Los empleados ya no vendrán a desayunar. Y eso lleva tiempo pasando.

Es una guerra. El enemigo somos todos comprando por Internet. Con eso vendemos nuestra independencia.

Ves en la otra acera los colores de las sombrillas de los veladores.

Son como las banderas de los señores feudales.

Signos de victoria.

Las grandes potencias cerveceras tienen desplegados por la zona señores de la guerra.

Son los distribuidores exclusivos de zona.

Conquistan con sus huestes bares y cafeterías. Es la guerra de los grifos de cerveza.

Cuando consiguen uno le dan al bar muebles y sombrillas en señal de victoria.

Son como las banderas medievales, signo de dominio y de victoria.

Después introducen en el territorio conquistado sus otros productos expulsando a veces al productor local. ¿Qué somos si los productores locales no son viables?

¿Ves aquella tienda franquiciada con sus colores chillones?

Otra conquista más. Seguro que otros lo están intentando ahora.

Sus ejércitos adoptan mil formas, grupos de compra, almacén exclusivo, franquicia… qué más da.

El caso es que el empresario local pierda su independencia. Sin independencia, su capacidad de supervivencia dependerá de sus amos.

Hasta esa gestoría de la esquina está recibiendo constantemente ofertas de pactos con grandes consultoras para adherirse al “grupo” y poner su logotipo anglosajón que tanto vende. Nos han enseñado que lo que tiene nombre inglés y viene de alguna ciudad capital es superior a lo propio. Y por eso algunos que se creen más listos buscan el asesor en la capital. Y reciben allí el desprecio y la desatención que merecen.

No hay paz.

Los del ayuntamiento patrullan y vigilan la ocupación de las aceras en busca de alguna tasa perdida o una sanción. Quieren dinero a toda costa. ¿Para qué? En el mejor de los casos será por el interés general. Mejor no pensar y darlo por perdido.

Mira a la panadería.

Qué lejanos están los tiempos del panadero familiar en camiseta madrugando con el negocio asegurado.

Un ejército de pan congelado con colaboracionistas locales que elaboran pan en hornos eléctricos en supermercados, tiendas, y hasta en gasolineras.

Hacen pan o algo parecido pero se va perdiendo la memoria y eso dificulta la comparación.

Y las tiendas cercanas víctimas de los grandes grupos… bancarios.

¿Hay mayor traición que las de los bancos y cajas que han utilizado los ahorros depositados por los humildes tenderos de barrio para financiar a las grandes corporaciones que a la postre han eliminado las tiendas?

A veces introducen en sus lineales, por quedar bien ante los políticos, algún producto local. No suele durar mucho. Son feroces depredadores, se alimentan sin piedad del margen de los demás hasta arruinarlos.

¿Y las furgonetas blancas sin logotipo?

Son los de la “quinta columna” Se deslizan silenciosos a horas intempestivas, se mueven continuamente como las fuerzas especiales para no ser descubiertos. Y atacan aquí y allá en mercadillos. Y se llevan lo suyo.

Más silenciosa y oculta es la energía eléctrica y el gas. Se introduce en las casas sin ruido y cuando te quieres dar cuenta llega una factura incontrolable. Son los servicios secretos, discretos y efectivos.

Ves, no hay paz.

La pregunta es ¿Quién gana?

Bueno, no es para tanto, en la economía de mercado ya se sabe…

Dice el otro.

No es solo economía de las empresas.

Afecta a la vida… y a la economía de las personas.

Ves aquella señora, va corriendo a una casa a limpiar. Antes estaba empleada en una empresa textil que tuvo que cerrar. Era muy competente pero ya no pudo trabajar de lo suyo. La sociedad no aprovecha sus conocimientos de largos años de experiencia.

O esa otra que también se apresura a llegar a casa para no dejar a los niños solos. Ya no hay clase por la tarde y tiene que cuidarlos. Ha renunciado a su empleo de jornada completa por una media jornada. Y mira ¡qué casualidad! aquel que ves con colores llamativos con ropa deportiva en una bicicleta de montaña se va de paseo por la tarde. Es un funcionario de educación que ha “conquistado” la jornada continua.

Bueno, como ves alguien gana. Pero no la paz.

Ahora veremos pasar muchos coches, han acabado su jornada y se van a Zaragoza. No viven aquí. Van y vienen. Mañana volverán. No se quieren quedar… No entienden quien paga su sueldo.

Alguno seguro que es un luchador contra la despoblación y defiende apasionadamente que hay que salvar el planeta. No hay mucha paz en ese ir y venir. Y mucho CO2 que emitir.

Ese coche negro que se va al final de todos es de un cargo político que ha venido esta mañana a inaugurar algo. Su visita era innecesaria pero ha venido. Se llevará como recuerdo una foto de cuando le salieron a recibir, tampoco encontrará la paz. Pero durará poco. Han venido inútilmente tantos… generando gasto y deuda.

Observa a aquel jubilado inquieto. Necesita dinero para ir de compras. Pero sus hijos le han advertido para que no entre solo en el banco. No sea que le saquen dinero de sus ahorros y le coloquen uno de esos fondos con riesgo desbocado.

Repito. ¿Donde ves la paz?

Ese niño que llevan sus padres de la mano en sus primeros pasos esta probablemente condenado cuando sea mayor a marcharse a trabajar lejos. Con eso se romperá la familia y sus padres habrán dejado parte de sus ahorros en su educación lejana.

¿Ves en eso tan común la paz que mencionas?

No hay paz sin independencia.

El día que sepamos eso y que forme parte de nuestra cultura más intima, nuestro “núcleo duro” como se suele decir ahora, las cosas cambiarán.

Cultivemos la independencia, no sabemos a donde conduce, no podemos asegurar el futuro. Pero por el camino iremos acompañados de la paz. Y de esta compañía nacen las ideas sensatas y por lo tanto productivas.

Las ideas propias sensatas son las buenas para la economía.


NOTA 1

Decía Don Antonio: ¡Que difícil es cuando todo baja no bajar también!

Por eso es hora de ir contracorriente con ideas propias.



NOTA 2

¿Son pocos ejemplos?

¿Ves aquellos preocupados que se hicieron una casa en el campo y se ven amenazados por los aerogeneradores?

O esos otros que tienen su casa en las afueras del pueblo y les amenazan por pasar por delante la nueva variante convertida en travesía.

Y el del restaurante que contrataba un camarero de refuerzo los fines de semana, cuando vienen los turistas, y ahora no sabe que hacer con las nuevas normas.

Esos del coche viejo ya no podrán entrar en la capital. No les darán la pegatina…

Y los de ese pueblo que han oído que van a ahorrar en una travesía con un puente necesario, que llevan años esperando, cuando saben que se gastaron millones en un absurdo “pabellón puente” inútil que generó muchos millones de pérdidas.

Ese que camina cabizbajo, y parece que habla solo, sabe que la prorroga para declarar concurso de acreedores acaba pronto pero la economía no le ha dado tiempo para superar el bache…

Y sigue… el lector conoce… los suyos…■

José Antonio Sola
Economista
jsola@reaf.es 


No hay comentarios:

Publicar un comentario