Nicolás López |
Juventud y salud mental, el eslabón perdido en sanidad
Pero todo esto, se sustenta sobre
datos, unos datos que pueden ponerse negro sobre blanco en un papel. El aumento
de los problemas de ansiedad, depresión o la automedicación son una realidad en
nuestra sociedad. Atendiendo a los datos de la Universidad Complutense de
Madrid, un 34,6% de los jóvenes de entre 18 y 24 años presentaban síntomas
relacionados con la ansiedad y un 42,9% síntomas que podían ligarse a la
depresión durante el primer confinamiento de la pandemia.
No tenemos que olvidar que en
estas franjas de edad, el individuo como ser humano, comienza a forjar su
personalidad y parte de su estabilidad mental, por lo que nos encontramos en
momentos de gran importancia en el desarrollo tanto mental como físico, unos
cambios que acabaran influyendo en su definición del carácter, la personalidad
y la identidad.
Estamos pues ante un problema
serio, documentado y del cual disponemos los datos suficientes como para
considerarlo un grave problema en nuestra sociedad, unos datos que se ponen de
manifiesto en el aumento de lo que podemos considerar la punta del iceberg, el
incremento de la tentativa de suicidios. Una tasa de tentativa la cual se
encuentra disparada en la juventud, ante la cual los expertos están alertando y
sin embargo la política parece que sigue mirando hacia otro lado sin llegar a
actuar decididamente.
Hablamos que el suicidio solo es
la punta del iceberg porque hasta llegar hasta ese punto, se han atravesado
numerosas fases, entre ellas la depresión, trastornos de conducta
alimentaria, situaciones
de crisis, estrés o ansiedad que pueden llevar a esos sentimientos de
desesperanza en el que muchas veces la única opción presente en la mente es esa
punta del iceberg. El suicidio es actualmente en España la primera causa
de muertes en menores de 24 años, quizás es momento de dejar de ocultar estos
problemas de salud mental y comenzar a hablar
de ellos como recomiendan muchos expertos y expertas en la materia que debería
hacerse.
Tras la pandemia y el aumento de
casos en los más jóvenes las administraciones públicas deben de tomar en cuenta
este problema y sobre todo actuar sobre el. Solo desde lo público se puede
llegar a mejorar la situación en la que se encuentra la Salud Mental en la
Sanidad Pública. Reforzar estos servicios, así como los del resto de la sanidad,
debe ser una prioridad para todos los partidos políticos, sin embargo parece
que como todo, va a ser algo a largo plazo. Este año si la memoria no me falla,
solo han salido a concurso 204 plazas de PIR (Similar al MIR para licenciados
en Psicología que quieran el título de Especialista en Psicología Clínica). 204
plazas para un déficit de más de 7000 psicólogos que harían falta para cubrir
este campo sanitario.
Mientras no se apueste por la
psicología práctica en nuestros sistemas de salud, seguiremos anclados al uso
de ansiolíticos, a la falta de diagnósticos, a tratar la salud mental como un
tabú y a invisibilizar estos problemas, unos problemas que irán agravándose. La
voluntad política es la única que puede actuar sobre ello y quizás tras la
pandemia es momento de poner encima de la mesa las problemáticas y sobre todo
las soluciones.
Autor
Nicolás López
Politólogo. Concejal de Ganar Teruel.
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