Félix Rodríguez de la Fuente. Foto: RTVE |
Enseguida destacó por el conocimiento sobre los animales silvestres, especialmente las aves de presa, iniciándose en el mundo de la cetrería en un país donde en aquellos años había una boyante población de rapaces, incluido el halcón peregrino, especie que manejó y utilizó principalmente en cetrería. Ello le permitió contactar con los poderes públicos de la época y fue seleccionado para obsequiar y hacer demostraciones de cetrería con dos halcones al propio rey de Arabia.
Estudió medicina en la facultad de Valladolid y se graduó en estomatología en Madrid. A pesar de sus buenas calificaciones y posibilidades en el campo de la odontología, sólo trabajó dos años para dejarlo y dedicarse en cuerpo y alma a la naturaleza, primero con la cetrería y enseguida con la divulgación científica, para la cual ya había demostrado dotes en sus primeras explicaciones de procesos naturales en sus primeros contactos con la radio.
El joven Félix se acercó a la naturaleza a través de la cetrería que le sirvió para conocer las aves rapaces ibéricas y luchar por su conservación. |
Con 33 años fue asesor de cetrería para la película El Cid, que rodó en España el cineasta estadounidense Anthony Mann sobre la vida del heroico personaje Rodrigo Díaz de Vívar: se encargó de que distintos personajes salieran con un ave rapaz en su mano, práctica habitual en aquella época. En los dos años siguientes se dedicó al estudio del halcón peregrino y podemos decir que esa pasión que tenía por las aves rapaces evolucionó hasta desarrollar un interés científico por la vida salvaje en general y hay que reconocerle el papel destacado que ejerció en la preservación de especies de la fauna ibérica, especialmente de los grandes mamíferos que empezaban a estar en una situación crítica en los años setenta.
Destacó como naturalista sin perder su carácter humanista, sabiendo poner en valor la riqueza de la fauna ibérica pero sin perder el punto de vista humano de las gentes que vivían en el mundo rural, mundo del que él provenía y conocía perfectamente; mundo en el que conoció y se adentró en el mundo de la fauna silvestre. Pero sus mayores dotes estaban en su capacidad y talento divulgador de la naturaleza, también en la capacidad de estudio de las muchas y diversas especies animales que la habitaban. Se convirtió en el divulgador más mediático del país y fue capaz de llegar a todo el público, desde la clase política hasta las gentes trabajadoras, dejando especial huella en los niños, a los que tuvo una dedicación especial en muchos de los programas en los que participó. Podemos decir que a una gran mayoría de los que fuimos niños en su época, nos transmitió un conocimiento y unos valores hacia la naturaleza que nos dejó marcados para toda nuestra vida.
En esa época realizó muchos programas divulgativos tanto en radio como en televisión y también en forma de artículos en diferentes revistas. Cabe destacar su participación en la Enciclopedia Salvat de la Fauna Ibérica que se vendió por fascículos, o el programa de televisión Planeta Azul donde demostró sus grandes dotes de comunicador y nos conectó con la vida, con la vida salvaje que nos rodeaba y que se veía despreciada en un momento de furor por la especulación urbanística y por la recalificación de terreno rústico inicialmente barato para calificarlo en caras parcelas urbanizables.
Pero sin duda uno de sus mayores éxitos vino con la serie El hombre y la tierra, serie de enorme éxito que además le supuso diferentes premios. Con esa serie siguió enseñando al público español la fauna de nuestro país y desarrolló numerosos capítulos bajo el epígrafe de Serie Ibérica, serie que empezó en Doñana donde trabajó con biólogos del calado de Antonio Valverde, Javier Castroviejo y Fernando González Bernáldez. También rodó numerosos capítulos en la Serie Venezolana y sudamericana donde desarrolla una temática de especies exóticas de fauna tropical, pero también de pueblos primitivos que vivían en la selva sin todavía influencia del mundo desarrollista. La música de El hombre y la tierra la compuso Ántón García Abril, resultando una melodía de enorme fuerza y cadencia que caló en todo el público, siendo reconocida fácilmente incluso en nuestros días.
En esa época Félix Rodríguez de la Fuente se había consagrado como el mayor naturalista y mejor divulgador de la naturaleza en España y estaba siendo capaz no solo de hablar y hacer magníficos programas de la fauna ibérica y por ende de los paisajes que componen la España rural, incluyendo también al hombre como parte integrante de ese paisaje, sino también de realizar y desarrollar programas de otros lugares del mundo, como los que realizó en Sudamérica, especialmente en la serie venezolana donde todavía tenía previstos varios capítulos más. En marzo de 1980 estaba rodando una grabación sobre la carrera de perros más importante del mundo que se desarrollaba en Alaska y el día 14 de marzo cuando justamente cumplía 52 años se subió en Unalakleet (Alaska) a la avioneta que le llevaría a la zona de la carrera y comentó a sus compañeros que “aquel era un lugar hermoso para morir”. Sería su último vuelo y poco tiempo después de despegar las dos avionetas del rodaje, la avioneta pilotada por Dobson se estrella en circunstancias extrañas y difíciles de explicar. Ahí fallecieron todos los ocupantes, donde iba Félix y los conocidos miembros de su equipo Teodoro Roa y Alberto Mariano Huéscar.
Su muerte tuvo una repercusión tremenda y la naturaleza perdió al mayor de sus defensores, estudiosos y divulgadores. Diez días antes, el 4 de marzo en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, presentó ante los Reyes de España el documento Estrategia Mundial para la conservación de los recursos vivos y el logro del desarrollo sostenido, proyecto que ya no pudo ver desarrollar.
EL GRAN AMIGO DEL LOBO
Primero fue su pasión por la cetrería que le sirvió para conocer y estudiar especies como el halcón peregrino principalmente y resto de rapaces ibéricas que en aquellos momentos eran consideradas por muchos españoles como alimañas y trataban de aniquilarlas hasta con veneno.
Félix fue un apasionado seguidor de Konrad Lorenz que era conocido por sus estudios en una ciencia que se iniciaba entonces, la etología y se le consideró el “padre de la etología” estudiando muchas pautas de la conducta animal, plasmando en un libro la historia de la relación entre el hombre y el perro. Lorenz recibió además el premio nobel de medicina en 1973.
Félix, considerando las enseñanzas de Lorenz y sus estudios sobre el perro quiso estudiar una especie que marcó su vida juvenil y que oía aullar y llegó a ver con tan solo 11 años: El lobo ibérico. En aquella época el lobo igual que otras especies de la fauna ibérica eran perseguidas y matadas por el hombre, generando un odio ancestral entre muchas gentes del mundo rural que él nunca llegó a entender (era la época de las Juntas de Extinción de Animales Dañinos). Quiso estudiar al lobo por sí mismo y sabiendo que se buscaban las camadas de lobos y quién las encontraba las paseaba por los pueblos para sacar dinero, movió a sus amistades para que pudieran localizar alguna y no tardó en conseguir dos pequeños lobeznos arrebatados a su madre en una lobera de la montaña del Bierzo. Logró sacarlos adelante con la ayuda de su mujer Marcelle que fue clave para llevar a cabo ese magnífico proyecto de etología. Félix se hizo Jefe de una manada de lobos y como tal lo trataban y consideraban el resto de miembros de la manada; ello le permitió estudiar el comportamiento de ese cazador social que era capaz de hacerse amigo del hombre. En ese momento manifestó: “El lobo es la antítesis de la crueldad o la maldad gratuita. El lobo representa la más alta expresión entre los seres vivos del cooperativismo comunitario, la fidelidad monolítica, la ternura, la protección a los cachorros y la defensa de los débiles”. Era consciente de algunas de las problemáticas que existían entre los pastores y el lobo y también tenía claro que la adecuada protección de los ganados era necesaria para la convivencia con el lobo, convivencia que debía de ser conseguida para buscar el equilibrio adecuado que permitiera superar ese odio ancestral que había conocido desde niño. En el capítulo de “El Lobo” de la serie ibérica de El hombre y la Tierra, afronta la problemática del lobo y el hombre, pero también describe las características de ese magnífico animal de la fauna ibérica; termina diciendo “¿Cuándo terminará la guerra entre el hombre y el lobo?”.
Hoy el lobo sigue teniendo unas poblaciones escasas pero debido a su protección, algunas de ellas se están expandiendo por lugares donde habían sido aniquilados desde hace años. Es el caso de una pareja de lobos asentada en la zona del Bajo Aragón Histórico. Si los rebaños no están convenientemente resguardados, y los lobos tiene fácil acceso a ellos, no dejan pasar la oportunidad de la comida fácil, pero si los rebaños de ovino se resguardan en parideras bien cerradas y la figura del pastor es referente permanente cuando se pasta extensivamente, los lobos no causan daños a los ganados. El lobo es un superpredador que controla poblaciones de conejo, jabalí y corzo, especies que a pesar de ser cinegéticas y se cazan numerosos ejemplares cada temporada, están en constante expansión llegando a generar daños en algunos cultivos agrícolas. La presencia del lobo es positiva para el equilibrio del ecosistema y conviene analizar concienzudamente sus interacciones tanto positivas en la agricultura como negativas en la ganadería extensiva. Sin duda genera más trabajo y preocupaciones al ganadero, pero la convivencia se manifiesta fácil y posible cuando se toman las medidas adecuadas en el manejo del ganado, medidas que deben de ser apoyadas por los poderes públicos y en caso de siniestros inesperados cubrir los daños que surjan. Por ello y tal como decía Félix Rodríguez de la Fuente, no es una cuestión entre lobo y ganaderos, sino de convivencia entre ambos con las medidas y el marco adecuado. Lo ganará la ecología del ecosistema y el equilibrio con las especies herbívoras en expansión y también lo podría ganar el difícil sector del ovino español y aragonés que lleva muchos años con dificultades y que el propio lobo podría ayudarle a darle una oportunidad mejor.■
Javier Escorza
Asociación Amigos del Río y los Espacios Naturales
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