14 abril 2023

#BajoAragónAnimalista - Tradición… ¿o maldición?

Las largas jornadas con temperaturas superiores a 40º hacen que los caballos que tiran las calesas sufran golpes de calor y se desplomen.


Tradición… ¿o maldición?


Con la llegada de la primavera y el buen tiempo, los humanos volvemos a tomar las calles y los espacios públicos. Es una época de reencuentro y celebración en la que programamos todo tipo de actividades y eventos para nuestro disfrute o para exaltar nuestras señas culturales y nuestras costumbres. Con el paso del tiempo, y a base de repetirlas año tras año, estas actividades se convierten en tradición. Como no podía ser de otra forma, en España (buque insignia en occidente del maltrato animal legalizado o no) se utilizan en contra de su voluntad a miles de animales en muchos de los eventos ya mencionados, causándoles un sufrimiento totalmente innecesario e incluso la muerte.

Podríamos hablar en primer lugar de la tauromaquia en cualquiera de sus vertientes (maltrato animal por antonomasia, legalizado, subvencionado con fondos públicos y, para colmo, blindado por la ley) , y sobre la que podríamos escribir páginas y páginas.

Pero en este artículo vamos a visibilizar tradiciones no tan conocidas, pero tan aberrantes como la propia tauromaquia y que, al igual que ella, en muchas ocasiones están subvencionadas o son permitidas por los ayuntamientos de turno porque “son tradición”:



–La “disfrutá” de marranos (Ceutí, Murcia). Consiste en sacar cerdos previamente untados en aceite y numerados, de una charca. Estos animales tienen que soportar golpes, empujones y tirones. Pero “es tradición”.

–Carrera de gansos (Carpio de Tajo, Toledo). Jinetes a caballo descabezan a gansos colgados de una cuerda para ofrecer dichas cabezas a un santo. En la actualidad, los gansos colgados están ya muertos cuando son colgados. Pero “es tradición”.

–En Elche, durante la Semana Santa, se atan pájaros en las palmeras que adornan los pasos que salen en procesión. Pero “es tradición”.

–EL burro del Pero Palo (Villanueva de la Vera, Extremadura). Un muñeco que simula a un condenado a muerte es subido a lomos de un burro y desfila por todo el pueblo recibiendo pedradas y todo tipo de golpes de los que, por supuesto, el burro tampoco se libra. En alguna ocasión han llegado a matar al burro. Pero “es tradición”.

–Batalla de ratas muertas (El Puig de Santa María, Valencia). Consiste en coger ratas, apalearlas hasta la muerte para después tirárselas entre los participantes. Pero “es tradición”.

–Competiciones de Tiro y Arrastre (Valencia y País Vasco). Se maltrata a caballos dándoles fuertes golpes en hocico, barriga o testículos mientras arrastran carros cargados hasta los topes (Valencia) o a parejas de bueyes, obligándoles a tirar de piedras cuyo peso oscila entre 1,5 y 4 toneladas. En muchas ocasiones los bueyes mueren (País Vasco). Pero “es tradición”.

–Rapa das bestas (Sabucedo, Pontevedra). Consiste en rapar las crines de caballos salvajes pero no de una forma respetuosa. Asaltan al caballo entre varias personas, se le tiran encima, se le cuelgan del cuello, le sujetan a tirones de la cola… para hacerse con sus crines. Pero “es tradición”.

–Paseos con calesa. En muchos sitios de Andalucía y Baleares son populares los paseos en calesas tiradas por caballos sometidos a larguísimas jornadas de esfuerzo y explotación, en muchas ocasiones con temperaturas que superan los 40°C en verano. Todos los años hay casos de caballos que sufren golpes de calor, caen desplomados o acaban muriendo atados a esas calesas. Pero “es tradición”… y genera importantes beneficios económicos a las personas que explotan a esos animales.

–Romerías. En muchas romerías se utilizan caballos, mulas o bueyes para arrastrar carros llenos de alcoholizados peregrinos y peregrinas que se desplazan para visitar al santo o a la virgen de turno. La romería más famosa es la del Rocío, que se celebra todos los meses de junio con temperaturas asfixiantes. En ella, los animales son obligados a arrastrar durante más de 60 kilómetros los mencionados carros y carretas. Todos los años hay que lamentar la muerte de alguno de estos animales. Se calcula que en los últimos 20 años, más de 200 animales se han dejado la vida en la romería del Rocío.

¿Qué sentido tiene en pleno siglo XXI utilizar la tracción animal para desplazarse? Ninguno… pero “es tradición”.

–Utilización de animales en atracciones, procesiones, desfiles, cabalgatas o recreaciones ante una multitud de personas.

En estos casos el maltrato no resulta tan evidente, pero no quiere decir que los animales utilizados en estos eventos no sufran. Y no lo decimos nosotros; lo dice la ciencia. En estas actividades los animales se ven sometidos a un ambiente antinatural para ellos debido a los ruidos, a las luces artificiales y al bullicio de la gente que los rodea, que les genera un estrés que en ocasiones su organismo es incapaz de controlar o adaptarse a él, e incluso puede resultar peligroso para las personas que se encuentran a su alrededor (sobre todo cuando se trata de animales de gran tamaño como caballos).

Este estrés puede afectar a los animales a corto-medio plazo afectando a su sistema inmunológico por lo que podrían contraer enfermedades. Por lo tanto, podemos decir que el estrés que padecen estos animales les acarrea sufrimiento… pero “es tradición”.



No sabemos todavía cómo la Ley de Protección y Bienestar Animal influirá a la hora de que se vuelvan a organizar estos eventos cuando entre en vigor.

Al menos, nos queda el consuelo de que la presión que ha ejercido el movimiento animalista ha servido para que (¡en pleno siglo XXI!) se dejen de arrojar animales desde los campanarios de las iglesias de ciertos pueblos.

En Manganeses de la Polvorosa (Zamora) se arrojaron cabras hasta el año 2002. En Cazalilla (Jaén) se dejó de arrojar una pava en el año 2016.

En España tenemos un problema que nace en lo más profundo de nuestras raíces, y es la percepción que gran parte de nuestra sociedad (por acción u omisión) tenemos de los animales, por cierto, declarados legalmente como seres sintientes en 2022.

Es un problema al que tienen que poner solución las personas a las que votamos, que en última instancia son las que van a decidir si autorizan o no las tropelías que padecen los animales por parte de ciertas personas “en nombre de la tradición”.

Hay tradiciones que nos enriquecen como sociedad. Otras, como las ya mencionadas, nos envilecen, y, para los animales a los que les toca sufrirlas en sus carnes (literalmente) son una auténtica maldición.

Evolucionar conlleva erradicar o abolir las últimas.

Recordar y honrar a nuestros antepasados, sentirnos orgullosos de su legado, no tiene por qué ir ligado con maltratar a ciertos animales.

Cambiemos como sociedad y hagamos que nuestros descendientes se sientan orgullosos de nosotros.

Que nos recuerden como la generación que acabó con el maltrato animal.■

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