26 febrero 2023

La demografía camina más despacio que el empleo

Atardecer en Alcañiz. www.luispitarque.com




La demografía camina más despacio que el empleo


La ciudad de Alcañiz ha cerrado este 2022 con una cifra de empleo récord para un mes invernal, cerca de 6.800 afiliados a la Seguridad Social, locomotora económica de una comarca que mantiene una cantidad de puestos de trabajo desconocida en temporada baja. Alrededor de 10.500 personas tienen su trabajo en el Bajo Aragón, según las cuentas que publica el Instituto Aragonés de Estadística con datos de la Seguridad Social, volumen de empleo impensable, nunca registrado en nuestro territorio desde hace década y media para un mes de diciembre. Ello en un año que corresponde, además, con una temporada agrícola especialmente poco rentable, en mínimos de empleo. El sector servicios, la construcción y, sobre todo, la industria y la logística toman el testigo, tiran de la economía en la zona y apuntan a un comportamiento que de momento parece esquivar las actuales incertidumbres geopolíticas y macroeconómicas centradas en una inflación aún elevada. Sin embargo, hay un problema: la demografía no avanza tan rápido. Texto: Juan Lasierra

Sirva como referencia el siguiente dato: 2010 es el último año en el que se registraban cifras de empleo más o menos comparables durante los meses de temporada baja, otoño e invierno básicamente. Trabajaban por aquel entonces en el Bajo Aragón poco más de 10.300 personas. La población, sin embargo, se elevaba por encima de los 30.300 habitantes. Hoy, un nivel de empleo un 1% superior mantiene una población de poco más de 28.700 personas, un 5% menor. El resultado, síntomas de que la economía de nuestro territorio va a tocar techo. Inmaculada Pardo, directora de Relaciones Institucionales de Cepyme, habla de la falta de mano de obra que las empresas vienen advirtiendo desde hace ya meses: “Es un problema que está en determinados territorios y sectores en España desde hace tiempo”, hasta tal punto que “se agrava muchísimo en la España Vaciada, en provincias como Cuenca, Teruel y Soria”.

CEPYME anticipa a las cámaras de Televisión Española que donde más se aprecia esta falta de mano de obra es en puestos técnicos de la construcción y la industria, y empleos relacionados con la digitalización y el transporte de mercancías. Precisamente aquellos que están consiguiendo paliar el bajón del empleo en nuestro tradicional vagón de carga laboral, el campo; la agricultura, la transformación y el comercio vinculado directamente con ella. A finales del año 2014 el Bajo Aragón mantenía un 10% menos de empleos. Sin embargo, en la agricultura había un 10% más de personas trabajando. Hoy en el campo trabaja menos gente; a cambio, los polígonos industriales de Alcañiz y Calanda dan trabajo a más de 1.500 personas, un 20% más de las que había hace ocho años. En la construcción se superan las 1.100 altas, un 15% más que en 2014.

Y la clave de bóveda de esta expansión laboral, especialmente intensa a partir de los meses de salida de la pandemia de coronavirus, está en ese cajón de sastre que es el “sector servicios”, en el que se inscriben dos de cada tres afiliados a la Seguridad Social en el Bajo Aragón. Tradicionalmente entendido como comercio y hostelería, resulta que también incluye algunas actividades de perfil más bien industrial que en estos últimos meses están en datos de crecimiento casi de burbuja, fundamentalmente la logística. “El crecimiento de las exportaciones de la provincia ha sido bestial”, resume en una reciente entrevista a un medio digital el presidente de Cámara de Teruel, Antonio Santa Isabel. “Estamos hablando de crecimientos del 10-12% y, en número de operaciones, de un 30%. Nos preocupa mucho la mano de obra”.

Aluvión de anuncios

El primer responsable político de la zona que se ha atrevido a plantear esta cuestión de manera directa es el alcalde en funciones de Andorra, Joaquín Bielsa, en una reciente entrevista para el periódico La Comarca: “El aluvión de proyectos es apasionante, pero me da miedo que falte mano de obra y vivienda”. Lo dice desde una muy precaria y extrema situación, la de un municipio cuyo último censo se coloca poco por encima de los 7.000 habitantes (Andorra superaba ampliamente los 9.000), es decir, una población en la que la mano de obra no sólo no ha llegado, sino que se ha marchado. A mediados de este mes de diciembre se anunciaba con gran profusión el plan laboral e industrial que ENDESA va a poner en marcha en el nudo de generación eléctrica que la empresa tiene adjudicado con epicentro en la villa minera. “Hemos puesto a Andorra, a Teruel y a Aragón en el centro del futuro de las nuevas tecnologías energéticas”, decía entonces el consejero de Industria y vicepresidente aragonés, Arturo Aliaga.

La eléctrica presenta un plan de desarrollo socioeconómico que permitirá, dice el anuncio institucional, “crear 6.300 empleos durante las obras de instalación, llegando a generar más de 500 puestos de trabajo fijos directos en la zona en cinco años, con una inversión de 1.500 millones de euros por parte de la empresa”. El Nudo Mudéjar de ENDESA construirá 14 proyectos renovables con 7 hibridaciones, con nuevas plantas renovables que se ubicarán en Albalate del Arzobispo, Híjar, Samper de Calanda-Castelnou, Andorra, Calanda, Alcañiz, La Puebla de Híjar, Jatiel, y Alcorisa. “También se llevarán a cabo más de 300.000 horas de formación relacionada con la actividad que generarán las plantas renovables y favoreciendo a los colectivos más vulnerables en entornos rurales como son los jóvenes, mujeres, desempleados y personas con discapacidad”.

“Habrá oportunidades para que regresen los que se han marchado y recibamos a nuevos vecinos”, confía el alcalde andorrano. Pero peca de transparente. Preguntado por si hay gente que dé respuesta al volumen de trabajo que se anuncia: “Ahora no. Me da miedo incluso verbalizarlo públicamente”. No sólo se trata de una cuestión meramente numérica, de fuerza laboral disponible. También influyen las condiciones del empleo. Y no estrictamente las económicas. El sindicato UGT publicaba el pasado verano un informe al respecto de las ofertas de trabajo de difícil cobertura o directamente no cubiertas en el mercado laboral español. Habla UGT de “necesidades sociales no cubiertas” como uno de los factores fundamentales que explican la dificultad de cubrir determinados puestos de trabajo en determinados territorios: no sólo es tener un sueldo; se trata de tener vivienda, servicios públicos, oferta comercial, de ocio o cultural, transporte e infraestructuras…

UGT traslada la necesidad de que el arranque laboral en territorios como la provincia de Teruel y las comarcas del Bajo Aragón histórico se acompañe de un arranque consiguiente en servicios públicos a través del empleo público. De hecho, el sindicato considera que buena parte de las ocupaciones con dificultades para encontrar profesionales pertenecen precisamente a sectores con gran vinculación a la actividad y el servicio público. Casi un tercio (31%) de los puestos sin cubrir en 2021 se concentraban en la rama de ‘Administración Pública y defensa; Seguridad Social Obligatoria’, donde la práctica totalidad de los afiliados son empleados públicos. Si se añaden las secciones de ‘Actividades sanitarias y de servicios sociales’ y ‘Educación’, con un nivel de afiliación pública del 69% y 44%, respectivamente, la ratio de vacantes se incrementa hasta el 45,6%, esto es, casi la mitad del total de vacantes pertenecen a servicio social puro y duro.

 

Nuevos planes de empleo

Mientras tanto, la apuesta de las administraciones públicas para tratar de acompasar la demanda de empleo con los perfiles solicitados por las empresas se circunscribe poco más que a los programas de formación continua que, en el caso del INAEM, a partir de este próximo año pasarán a llamarse “programas experienciales”. Cerca de 900 alumnos-trabajadores y más de 160 directores y docentes van a ser contratados gracias a 77 programas experimentales que va a financiar el Instituto Aragonés de Empleo (INAEM) con un presupuesto de 22,58 millones de euros. Estos proyectos, que sustituyen a las antiguas escuelas taller y talleres de empleo, permitirán ofrecer formación y empleo a sus participantes y, al mismo tiempo, realizar proyectos de interés social promovidos por entidades locales y sin ánimo de lucro en 47 localidades diferentes de la Comunidad Autónoma.

El ajuste fino de este plan en nuestro territorio tiene su aquél. En las últimas ediciones de estos talleres de empleo Alcañiz y el Bajo Aragón han ido formando alrededor de una veintena de profesionales vinculados a la atención sociosanitaria, el trabajo en residencias, centros de día y equipamientos de atención específica para personas mayores o perfiles con algún grado de dependencia o discapacidad. Para esta nueva edición, realmente, ha habido debate. Siguen sin estar cubiertas todas las necesidades de empleo relacionado con atención sociosanitaria, lo que motivaría la puesta en marcha de otro programa similar por parte del INAEM. Pero, en los últimos meses, se ha detectado otra necesidad más perentoria, que es la de formar personal especializado en oficios de mantenimiento y construcción. El área económica del Ayuntamiento de Alcañiz calcula que hasta la mitad del personal ahora mismo empleado en estos oficios entrará en edad de jubilación en los próximos diez años.

Así que urge un taller de empleo, o “programa experiencial”, para formar nuevos profesionales. En una primera tanda, el programa próximo, para el que ya se están reclutando perfiles, guarda espacio para diez plazas, con puesto de trabajo incorporado. “En las próximas semanas comenzará la selección de los participantes. Las contrataciones de los alumnos-trabajadores se llevarán a cabo en modalidad de formación en alternancia con el empleo”, para lo cual, según anuncia el Gobierno de Aragón, “el INAEM concede subvenciones que permiten financiar los costes salariales de todos los participantes”. De los 77 programas que van a llevarse a cabo, y que comenzarán a lo largo del mes de febrero, 33 se ubicarán en municipios de la provincia de Zaragoza y ofrecerán formación y empleo a 423 personas; otros 26 se realizarán en localidades altoaragonesas con 269 alumnos-trabajadores; y los 18 restantes, en los que participarán 202 personas desempleadas, se realizarán en la provincia de Teruel.

Los empresarios vienen cifrando en 4.000 las vacantes de empleo sólo en nuestras comarcas turolenses, lo que significa que estos programas no llegan, y tocará seguir importando mano de obra con cualificación. Tampoco partimos del mejor de los escenarios; hasta hace cinco años, el saldo migratorio del Bajo Aragón era negativo. El proceso se viene revirtiendo desde 2018, y en los últimos años entran entre 100 y 200 habitantes más de los que salen. Pero paliar las consecuencias demográficas, sociales, económicas y laborales de décadas de éxodo rural va a llevar tiempo y, sobre todo, una apuesta institucional plasmada en inversión pública que quizá no todos los proyectos políticos tengan intención de llevar a cabo en nuestras comarcas.■

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