Son unas de las primeras palabras que nuestro cerebro aprende, y que nuestro incipiente vocabulario comienza a reproducir. ¡Qué bonito es escuchar o decir «te quiero mami».
Transmite tranquilidad y confianza a nuestros hijos y nos genera una inmensa alegría cuando lo escuchamos con su vocecita. Surgen de manera espontánea y natural y expresan una emoción, un amor incondicional.
¿Y cómo no recordar los te quiero de nuestra adolescencia? Tímido en nuestro primer amor, apasionado cuando el enamoramiento se transforma en AMOR. Demostramos con ello la importancia que tiene nuestra pareja en nuestras vidas.
Podemos hablar también del te quiero que afianza lazos de amistad, que decimos a nuestro mejor amigo cuando nos ha escuchado durante horas, que escuchamos a nuestras amigas cuando hemos pasado con ellas una tarde de risas y llantos. Recordamos esos te quiero, durante esta e infinitas vidas más.
Pero, de pronto, hay un momento en el que enmudecen, desaparecen de nuestro vocabulario, no encontramos el momento de pronunciarlas. Quizá porque nos entra una profunda vergüenza al intentar decirlas; quizá porque nos da miedo que la otra persona confunda sentimientos o lo más triste, porque asumimos que ya no hace falta pronunciarlas.
¿Acaso no hemos trabajado las emociones en nuestra vida, que perdemos esas palabras tan bonitas? ¿Dejamos de encontrarle el sentido con el tiempo? ¿O es simplemente pereza? Sea cual sea el motivo, es triste pero real. Nos olvidamos de pronunciarlas, nos las guardamos en nuestra mente y pierden poco a poco su valor.
Pensemos que no son dos simples palabras, incluyen en su unión múltiples beneficios tanto a la persona que las pronuncia, como a la que lo escucha.
No nos dejemos llevar por la rutina del día a día y rememoremos la inocencia de la niñez al pronunciarlas.
Porque no es que dejemos de querer, es que se nos olvida decirlo.
Esta es la historia de unas palabras que luchan y lucharán por salir de mis labios y de los tuyos, para que se entere la familia, la pareja, tus buenas amigas, tus mejores amigos y hasta esa persona que acaba de llegar a ti y que la quieres como si llevaras una vida entera con ella.
¿Lo probamos?
Empiezo yo: Os quiero mogollón.■
Sonia Bel Faci
Escritora y actriz
www.soniabelfaci.com
Escritora y actriz
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