Yolanda Garcés. Trabajadora Social
|
Porque el ser humano se crece frente a la adversidad, porque por nuestras venas corre sangre de valientes que se tuvieron que enfrentar a peores monstruos que el coronavirus y también supieron lo que es vivir sin libertad, pasando necesidades, no pudiendo enterrar a los suyos o no poder despedirse de su ser amado, antes de partir a una guerra a sangre fría. La nuestra, la pandemia actual, se lucha con otro tipo de armas; con solidaridad, con ayuda, con generosidad, con el esfuerzo conjunto, de la mano de la ciencia y no de las armas, junto a nuestro vecino, al otro lado de un dispositivo móvil que nos permite estar más cerca de la familia o de la persona amada. Se combate con un sistema público sanitario que cuida y atiende con una entrega mucho más fuerte e intensa que el soldado que decide apuntarse a filas voluntariamente; con un equipo humano de fuerzas armadas y servidores públicos dispuestos a proteger al otro, a velar por la paz y no por la guerra, a ejercer control sobre esas ovejas negras que nunca ven el peligro de apartarse de la senda, y por un conjunto de la sociedad que una vez más, demuestra ser generosa, altruista, y capaz de mitigar los efectos de una situación imprevista, confusa, que provoca desasosiego y un terrible nudo en el pecho que no te deja respirar.
No es la primera vez que al ser humano le toca superar circunstancias traumáticas y hacer frente a las adversidades de la vida, transformando el dolor en la fuerza motora para superarlas y salir fortalecido de ellas. Hasta en el campo de batalla, crecieron las flores al llegar la primavera…
No hay comentarios:
Publicar un comentario