28 enero 2024

Bernat Oliveres: «Si los materiales que usan las escuelas son cedidos por los bancos, el enfoque será lo que le interesa al banco: el ahorro, la inversión, el rendimiento»

Bernat Oliveres./ Annabel Roda

ANNABEL RODA 01/01/2024
ENTREVISTAS | CYC 109 | SOSTENIBILIDAD 

Entrevista a Bernat Oliveres, coautor del libro L’Arcadi al país de les oliveres.


Son las 4 de la tarde, el sol empieza a caer y una brisa fría recuerda que es diciembre. Una garza real preside la balsa a la entrada del pueblo de Fórnoles, en el sur del Matarraña. Espero a Bernat Oliveres (Barcelona, 1977) gafas rectangulares, barba semiplateada y mirada tímida, que llega puntual a la cita. No es la primera vez que visita este pueblo, pero en esta ocasión la visita no solo es por ocio. Esta misma mañana ha presentado en la localidad su primer libro L’Arcadi al país de les oliveres (Bindi Books), un álbum ilustrado que busca abrir los ojos a las generaciones más jóvenes. Es también y sobre todo, un libro que rinde homenaje a una persona que llevó la lucha por la paz, la igualdad y la justicia social en la sangre y en el nombre. Arcadi Oliveres —con un apellido que ya presagiaba su camino— fue un pensador y economista anticapitalista que destacó por defender que un mundo más justo era posible y necesario y especialmente, por su incansable labor educativa.

Ahora, el discurso de Arcadi pervive gracias a la pericia de Bernat, ilustrador y uno de los hijos del pensador, y Mar Valldeoriola, la coautora y la que fue editora de Oliveres. Un libro que desgrana el pensamiento de este economista que profundiza en conceptos que van desde el decrecimiento, el fraude fiscal, la deuda externa pasando por el comercio justo, el capitalismo o los derechos humanos sin olvidar el sello inconfundible de Oliveres, una batería de propuestas para demostrar que otro mundo es posible.

Entrevista


Como hijo, como ilustrador has impulsado junto a Mar Valldeoriola un álbum ilustrado para el público infantil y joven dedicado a la figura de tu padre. Un libro que aborda los principales conceptos que construían su discurso y que, a la vez, son conceptos complejos como la deuda externa, el fraude fiscal o el decrecimiento. ¿Cómo se afronta la tarea de aterrizar estos conceptos a niños y niñas?

Partíamos de la base de que a un niño o a una adolescente le puedes hablar de todo. Simplemente tienes que aterrizar esas ideas a un nivel que puedan ser capaces de procesar y también nos inspiramos mucho en la manera de hacer de Arcadi. En broma con Mar decíamos que estábamos usando el método Arcadi, que básicamente es intentar desgranar la base esencial de cada tema. Este libro tiene 56 páginas que abordan temas muy complejos, pero que en esencia no lo son tanto. Al final es un trabajo artesano de resumir. Empezamos con uno de los temas clave que era el decrecimiento el cual nos sirvió de pauta para marcar la línea del resto de conceptos. La suerte es que todos los temas están interrelacionados. Una cosa que quizás no puedes explicar tanto es la parte del decrecimiento, lo explicas más en el apartado de capitalismo o de comercio justo, por ejemplo.

Algunos de estos conceptos —los derechos humanos, la democracia o el pacifismo— representan valores que constituyen la convivencia de cualquier sociedad y debería ser parte de un currículum escolar. ¿Han dejado de estar presente estos valores en las escuelas?

Yo no soy maestro, puedo saber lo que hacen las escuelas a través de mi hija o de mis sobrinos. Ahora mismo no tengo un vínculo muy estrecho con el trabajo de los maestros, pero sé que muchas escuelas, cuando se habla de economía, usan materiales didácticos cedidos por entidades bancarias. La idea es que cuando se hable de economía no sean precisamente los bancos los que decidan cuál es la manera de hablar de la economía.

Si los materiales que usan las escuelas son cedidos por las entidades bancarias, el enfoque será hacia el ahorro, la inversión, el rendimiento. Es decir, lo que le interesa hablar a un banco. Arcadi, como economista, siempre defendía que la economía era una disciplina para explicar y dar herramientas precisas para mejorar la vida de la gente. Este espíritu crítico no siempre está. De alguna manera, este libro ofrece herramientas a los docentes, a las familias o a quien sea para trabajar un espíritu crítico que te ayude a valorar cómo afrontar el mundo en el que vivimos, que no sean solo consumir, comprar y destrozar el planeta.

Bernat Oliveres./ Annabel Roda


Es un libro que al final acaba editando en cierto modo Arcadi. Él es consciente de la idea y del planteamiento. Aunque no llegó a ver el resultado final, ¿cómo crees que lo valoraría?

Partiendo de la base que lo hace su hijo junto con Mar, lo vería muy bien. Seguramente no sería capaz de verlo con unos ojos críticos, lo vería con el amor de un padre. A parte, yo creo que le gustaría cómo está planteado porque es un proyecto destinado a niños, y él no tuvo nunca la oportunidad de escribir libros infantiles.

Arcadi era economista. Sin embargo, había otro pilar fundamental en su discurso: el pacifismo. En el contexto actual que vivimos de guerra en Ucrania y de genocidio en Palestina, por citar solo estos dos, y siendo Arcadi un pacifista declarado ¿cómo viviría ahora mismo una realidad tan delicada?, ¿hoy en día es más difícil defender la paz?

Ahora ser pacifista es más difícil que hace 10 o 15 años cuando hubo la invasión de Irak y hubo las grandes manifestaciones de ‘No en la guerra’ en todas las ciudades del estado español. Entonces era más fácil ser pacifista. Ahora, pensando sobre todo en el caso de Ucrania se ha planteado en ayudar militarmente a un país. Tenemos que mirar de arreglar las cosas de otro modo. Si pensamos en cómo actuamos las familias cuando vamos al parque con nuestros hijos, si un niño pega a otro o hay una discrepancia, la gente no va y le dice al niño toma un palo y pega al otro niño que te ha hecho algo.

Por lo tanto, no es normal que en un conflicto entre estados la actitud sea “vamos a armarnos hasta los dientes”. Es evidente que en las guerras nunca gana nadie, solo hay pérdidas. Por lo tanto, no puede ser que la dinámica sea esta. Como sociedad y empezando por los gobiernos, tenemos que reflexionar cuál es el mundo que queremos. De alguna manera parece como si hubiéramos ido un poco hacia atrás y mi deseo es que vayamos hacia adelante.

La figura de Arcadi y su discurso económico explotó a nivel mediático durante el movimiento del 15M donde pasó de ser una figura conocida dentro de Cataluña a ser popular en todo el país. Era un momento de referentes, de voces como la de Stéphane Hessel o José Luis Sampedro. ¿Por qué caló tanto su discurso y llegó a los medios de masas?

Aquel año fue un año, muy curioso, muy especial. Había un caldo de cultivo social, un necesidad de referentes que explicaran el mundo o que dieran pistas por donde ir, cómo actuar, cómo organizarse como sociedad. Al mismo tiempo, coincidió con la situación personal y familiar en la que mi hermano estaba enfermo de cáncer y murió. Fue en un momento en el que mi padre tenía una exposición pública muy bestia y a nivel familiar vivía una situación muy intensa. A mi padre este papel de referente le sirvió de apoyo, este papel de referente. Explicar sus conocimientos le daba fuerza para encontrar un poco de sentido. Es decir, si era un padre al que se le estaba muriendo un hijo joven de 28 años.

Después, a nivel social, yo creo que siempre buscamos referentes. Afortunadamente durante el 15M no había las redes sociales que hay ahora. El mundo ha cambiado mucho a nivel de acceso en la tecnología. Ahora, la gente no aguanta un discurso de una o dos horas, la gente necesita cosas que estén explicadas en 15 segundos. Estamos en una vorágine de consumismo tanto de contenido como de consumo material. No sé si hoy en día la gente aguantaría las charlas de mi padre o necesitaría hacer tiktoks.

Bernat Oliveres./ Annabel Roda


Arcadi murió en 2021. Han sido 10 años de cambios sociales muy rápidos, de un 15M a una pandemia. ¿Cómo veía el mundo en los últimos momentos de vida? ¿Seguía pensando que el movimiento pudo cambiar algo?

Mi padre siempre defendía que el 15M no se tenía que convertir en un partido político. Él siempre se había involucrado políticamente porque hablar de relaciones de poder, de economía y de derechos humanos no deja de ser política. Pero él no militó en un partido político, siempre fue partidario de la lucha comunitaria, de la lucha en los barrios, de la lucha en los pueblos para cambiar las cosas, para cambiar el mundo. Si algo tenía mi padre era que siempre defendía la esperanza y que la esperanza nunca se pierde. Él estaba convencido que el mundo se podía cambiar.

Si mantienes esta esperanza es porque crees en la lucha de la gente de a pie, de la gente del barrio, no de los poderosos, ni de las instituciones. Es así como podemos cambiar las cosas, siendo más amables con el vecino y creando grupos en la escuela, en el barrio, aquí y allá, en función de los intereses e inquietudes de cada cual creando redes; este es el verdadero poder. Por eso, él siempre defendía la lucha del barrio, la lucha del día a día.

“Nunca es tan oscuro como cuando va a amanecer” es el dicho que repetía en muchas de sus conferencias. En el contexto actual donde las distopías inundan el imaginario popular, sorprende la apuesta firme de tu padre por la esperanza. ¿Arcadi nació con esperanza o la fue cultivando?

Creo que los referentes que fue encontrando en la vida le ayudaron a ir creando esta esperanza desde su padre a mi abuelo, quién fue el primero que le marcó como pacifista. Una cosa que tenía mi abuelo con sus hijos —mi padre y mis tíos— es que no podían tener juguetes bélicos. Esto evidentemente marcó a mi padre. Después docentes y referentes diversos que tuvo a lo largo de la vida lo acompañaron para cultivar esta esperanza y esta visión de convencimiento que, por muy mal que estén las cosas, el mundo puede mejorar. Esto no quiere decir poner buena cara aunque a veces las cosas van mal. Mi padre se dedicaba a explicar cómo de mal iba el mundo para entenderlo y tener herramientas para mejorarlo y cambiarlo. Si no das estas herramientas, no sirve de nada explicar el mundo. No haces caso y miras hacia otro lado. Este es el objetivo tangible de cultivar la esperanza y esto es lo que intentamos transmitir en el libro. Cualquiera de las explicaciones que hicimos de los diferentes temas siempre tienen una sección de soluciones.

Esto es lo que comentaba del método Arcadi, es decir, dar unas explicaciones comprensibles con datos que se basen en una realidad y dar posibles herramientas para nuestro día a día.

En el documental Mai és tan fosc, un retrato de tu padre a lo largo de dos años clave de su biografía, hay un momento en que uno de los hijos le confesáis vuestro miedo a que en algún momento se quede tirado en la carretera porque no quiere repostar en una gasolinera como Repsol. ¿Hasta qué punto tenía esta exigencia al ser totalmente ético en lo que hacía?

Era bastante radical en los límites en los que llevaba su ética. También intentaba transmitir que todos somos humanos y todos somos imperfectos. No hace falta que nos torturemos. Él tenía debilidad por unos bombones y entonces decía “por mucho que sé que la empresa que hace estos bombones no hace las cosas de la mejor manera posible, si a mí me regalan estos bombones, los acepto de buen grado y me los como con gusto”.

Se trata de intentar hacer las cosas de la mejor manera posible, pero teniendo en cuenta las circunstancias de cada uno. Se trata también de encontrar un equilibrio, de no vivir con culpa constante. Si el mundo es injusto nosotros lo podemos mejorar, pero no es por culpa nuestra las desigualdades y problemas estructurales. Hay algunos pocos muy poderosos que sí pueden sentirse culpables, la responsabilidad que tenemos nosotros es relativa.

¿Te sientes en parte con la responsabilidad de seguir transmitiendo las palabra de tu padre? ¿Es este libro en parte una deuda que sentías?

No, no es una deuda. Esto ha sido un placer, un gusto y un proyecto super interesante y chulo de hacer, pero mi padre hizo su camino y los hijos hacemos el nuestro. No tenemos ninguna deuda ni ninguna responsabilidad de seguir su camino.■

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