José Antonio Sola. Economista. |
Los economistas andamos siempre buscando indicios que nos permitan adivinar “lo que pasará”.
Es una búsqueda incesante en la información de las bolsas, los precios de las materias primas, los proyectos de ley, las emisiones de deuda…
Es una técnica que ya empleaban los meteorólogos. Recuerdo a Mariano Medina cuando se refería al barco observatorio “K”. Eran otros tiempos sin la información actual de los satélites. Había un barco de servicio en medio del Atlántico que enviaba información de las condiciones meteorológicas de lo que sucedía allí que servían para anticipar, por indicios, el tiempo futuro en la península.
Indicios
En el Bajo Aragón también tenemos nuestro observatorio “Q”. Hay que estar atentos. Los indicios se producen por el efecto del “Síndrome de las cuestas de Quinto”. Es muy fácil, el político o funcionario zaragozano viene en el coche oficial dormitando desde Zaragoza y, de pronto, con los vaivenes de las curvas de las cuestas que hay pasado Quinto de Ebro se despierta e invariablemente se le hace un nudo en la garganta preguntándose “¿Qué les digo hoy yo a éstos?”Cuando llega a Alcañiz ya tiene la respuesta. Y habla. Prestemos atención.
Un político entrado en años nos decía que Aragón tenía que recuperar la “principalidad”. Nunca concretó a que se refería pero es fácil de adivinar que hablaba del tiempo de los católicos reyes que expandieron sus dominios por el Mediterráneo con una hoja de ruta clara, no les bastaba con ser reyes, querían ser emperadores. Reyes de varios reinos. Aragón era entonces importante.
¿De dónde viene ese afán de ambición?
¿Será que a nuestros representantes les invade el aura imperial de la capital?
No es de extrañar, Zaragoza ha tenido siempre vocación mundial, tomó el nombre nada menos que de uno de los más grandes emperadores romanos, Cesar Augusto.
Aragón bate records de aumento de deuda pública que supera con creces los 8.000 millones de euros. La deuda calculada por aragonés supera los 6.000 euros.
Recién llegada la democracia las Cortes no se conformaron con una sede modesta y funcional, ocuparon el palacio del rey musulmán.
Más recientemente el mundo se ha asombrado de casos como la Expo del Agua y Plaza que rivalizan entre ellos en el número de folios de los sumarios judiciales.
Aparte lo judicial, otro record de la Expo es su imponente agujero. Tenemos por aquí la sima de San Pedro en Oliete, y la creemos grande, pero no es comparable.
Ostentan los capitalinos el record de deuda por habitante en ciudades de más de 500.000 habitantes.
Y el complejo comercial y de ocio más grande de Europa. El comercio local ya lo sabe.
¿No se podría abandonar ese insano deseo de importancia mundial por otro más sencillo como es que “todos” los aragoneses tengan igualdad de oportunidades?
¿Más indicios?
Más recientemente se ha puesto de manifiesto otro detalle, hemos oído que Aragón quiere ser “referente en renovables”Es decir, que cuando se produzcan las conferencias presenciales de los presidentes de las Comunidades Autónomas se oirá un golpe seco sobre la mesa al grito de “mayores ganan”, emitido por el presidente de Aragón mirando desafiante a los demás, ya que tendrá más aerogeneradores y placas solares que todos los otros.
Frente a esas ambiciones imperiales poco tienen que hacer los que defienden el paisaje, ¿Qué es una persona con sus sueños frente a la forja de un imperio?
La solución, para el que la quiera entender, la dio el sabio Einstein con su famosa ecuación física. E=mc2.
Una pequeña partícula con poca masa puede generar una gran cantidad de energía nada menos que multiplicada por la velocidad de la luz al cuadrado.
¿Vale esto más allá de la física?
Aunque sea pequeña la masa de cada persona soñadora para preservar su forma de vida y su paisaje puede generar una energía intensa multiplicada por un factor al cuadrado.
En las ciencias sociales la velocidad de la luz se sustituye por la voluntad personal de defensa de lo propio. También puede, y debe, elevarse al cuadrado.
Se necesita esa energía para oponerse a la ambición depredadora.
Nota
Querido lector, esto no es la primera vez que pasa. Si nos ponemos en el lugar de los pueblos íberos que poblaron estas tierras frente a la invasión romana escucharemos las opiniones de los partidarios argumentando la conveniencia de formar parte del imperio. Era conveniente para algunos esa cesión de soberanía ya que a los caciques colaboracionistas se les hacía ciudadanos de Roma con sus privilegios, quedando para los demás un puesto de trabajo, quien sabe si de esclavos. Los que se enfrentaban a las legiones corrían peor suerte. Seguro que uno de los argumentos a favor de la cesión era que el imperio “traía”. Lo cierto era que el imperio, igual que pasa ahora con las renovables, estaba diseñado para “llevar”.De aquello nos quedan algunas ruinas que fueron poblados libres en las que se afanan excavando primorosamente nuestros arqueólogos.■
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