Liliana Benito - IU-Ganar Alcañiz |
Yo nací en el 76, en el seno de una familia obrera con una gran conciencia de clase. En cuanto tuve un párvulo puñadito de primaveras y podía comprender lo que en mi casa se debatía, ya conocía perfectamente a Anguita.
Julio era un sabio, un erudito, un ilustrado y un magnífico orador. Si en mi adolescencia hubiera existido internet (para todas, claro) Julio Anguita hubiera sido un GOOGLE del pensamiento político y social. Hubiera bastado con teclear: “Anguita y la OTAN”, “Anguita y la Intifada Palestina” “Anguita y el prestamismo laboral (bueno o las ETT)”, “Anguita y la primera guerra del Golfo” y así con cualquier cuestión socio económica mundial sobre la que hubiéramos querido hacernos una opinión critica . Y hubiera bastado con su visión, sin contrastar con otras porque él analizaba todos los ángulos posibles, todos los focos, los matices, todas las sensibilidades que pudieran estar en juego y lo mejor: sin escatimar palabras, tomándose el tiempo necesario para saborear sus construcciones filosóficas, jamás huecas, siempre bien elaboradas para concluir lo deseado, señoreando esa elocuencia de maestro republicano en el camino de elaboración de sus tesis.
En Julio se daba una rara avis: Él era el compromiso ético, político, la honestidad personal junto al maravilloso don hoy prácticamente extinto de la erudición política.
Cuando cumplí 17 años, supe que Julio Anguita iba a ofrecer una conferencia en la Universitat Autónoma de Barcelona. Eso suponía cruzar mi ciudad de extremo a extremo cosa que yo no había hecho aún nunca sola. Cuando llegué al salón de actos de la Facultad de Comunicación, había más de 2.000 estudiantes esperándole. Las puertas de aquel mega paraninfo estaban abiertas de par en par, cientos de chicos y chicas se apelotonaban en los pasillos, en el hall y hasta en la calle.
La conferencia empezó con más de 1 hora de retraso porque hubo que poner unos altavoces muy lejos del ponente para que su voz llegara a prácticamente medio campus. Todos esperamos callados y pacientes la llegada del maestro. Era prácticamente imposible verle así que me encaramé a una barandilla y allí estaba él con su perfil califal su mirada alta y su sonrisa sincera. Sexy y brillante. Saqué mi libreta y durante más de tres horas (lo previsto era algo más de una hora pero ofreció turno de preguntas y aquello se fue de las manos, pues todos querían dirigirse a él en persona) apunté, reflexioné, conjeturé, me emocioné y el mito creció en mí.
La conferencia empezó con más de 1 hora de retraso porque hubo que poner unos altavoces muy lejos del ponente para que su voz llegara a prácticamente medio campus. Todos esperamos callados y pacientes la llegada del maestro. Era prácticamente imposible verle así que me encaramé a una barandilla y allí estaba él con su perfil califal su mirada alta y su sonrisa sincera. Sexy y brillante. Saqué mi libreta y durante más de tres horas (lo previsto era algo más de una hora pero ofreció turno de preguntas y aquello se fue de las manos, pues todos querían dirigirse a él en persona) apunté, reflexioné, conjeturé, me emocioné y el mito creció en mí.
Allí estaba él con su perfil califal su mirada alta y su sonrisa sincera. Sexy y brillante. Saqué mi libreta y durante más de tres horas (…) apunté, reflexioné, conjeturé, me emocioné y el mito creció en mí.
Mi padre que es un buen crítico político, bregado en innumerables luchas siempre me contaba que él conoció personalmente a Anguita y que lo hizo a la vez que a su querido Gerardo Iglesias y que (para que yo lo entendiera) en realidad era como comparar entre Lorca y Miguel Hernández, la floritura del verso burgués versus el poeta comprometido, la poesía del pueblo.
Ese día mientras regresaba en tren a casa tras escuchar a Julio Anguita comprendí que en Julio se daba una rara avis: Él era el compromiso ético, político, la honestidad personal junto al maravilloso don hoy prácticamente extinto de la erudición política.
Lo que Anguita, primer alcalde comunista de una capital de provincia después de la Guerra Civil, fue y supuso ya lo han manifestado todos los más grandes, yo solo he querido acercarme desde mi vivencia personal, desde la tristeza por no haber sido capaz ese día lejano de levantar mi mano, coger el micrófono y decir: “Buenos días profesor, ésta es mi pregunta”. No obstante vaya aquí este fragmento que J.C. Monedero escribió en diario Público, es el resumen más ajustado de lo que fue y por lo que se le recordará: “Julio se enfrentó al PSOE de la decadencia acomodaticia de Felipe González, con los GAL incluido, y Felipe González utilizó su influencia en el grupo PRISA para intentar convertir a Anguita en una caricatura. Eran los tiempos en los que González partía peras con Pujol y la sinceridad de Anguita era una molestia. Aquella idiotez del impostor Guerra de que a la izquierda del PSOE, sólo estaba el abismo, quedaba día a día desmentida por la figura de Julio. Tenían que intentar acabar con él. Y se pusieron manos a la obra. Como siempre han hecho, lanzaron sus treinta monedas a personas de Izquierda Unida que, en colaboración con El País, la SER y Canal Plus, estuvieron dispuestos a pasarse al PSOE. Los medios tenían que hacer el resto. De muchos de aquellos poco recuerdo queda y alguno que le adversó ahora anda defendiendo la lectura de la España plurinacional, de la Transición y de la Unión Europea que ayer le llevó a insultar al entonces coordinador de Izquierda Unida. Anguita se ha ido como uno de los referentes de la dignidad política en España. Los otros o son caricaturas o ya no están en la memoria.”
Hasta siempre.■
Ese día mientras regresaba en tren a casa tras escuchar a Julio Anguita comprendí que en Julio se daba una rara avis: Él era el compromiso ético, político, la honestidad personal junto al maravilloso don hoy prácticamente extinto de la erudición política.
Lo que Anguita, primer alcalde comunista de una capital de provincia después de la Guerra Civil, fue y supuso ya lo han manifestado todos los más grandes, yo solo he querido acercarme desde mi vivencia personal, desde la tristeza por no haber sido capaz ese día lejano de levantar mi mano, coger el micrófono y decir: “Buenos días profesor, ésta es mi pregunta”. No obstante vaya aquí este fragmento que J.C. Monedero escribió en diario Público, es el resumen más ajustado de lo que fue y por lo que se le recordará: “Julio se enfrentó al PSOE de la decadencia acomodaticia de Felipe González, con los GAL incluido, y Felipe González utilizó su influencia en el grupo PRISA para intentar convertir a Anguita en una caricatura. Eran los tiempos en los que González partía peras con Pujol y la sinceridad de Anguita era una molestia. Aquella idiotez del impostor Guerra de que a la izquierda del PSOE, sólo estaba el abismo, quedaba día a día desmentida por la figura de Julio. Tenían que intentar acabar con él. Y se pusieron manos a la obra. Como siempre han hecho, lanzaron sus treinta monedas a personas de Izquierda Unida que, en colaboración con El País, la SER y Canal Plus, estuvieron dispuestos a pasarse al PSOE. Los medios tenían que hacer el resto. De muchos de aquellos poco recuerdo queda y alguno que le adversó ahora anda defendiendo la lectura de la España plurinacional, de la Transición y de la Unión Europea que ayer le llevó a insultar al entonces coordinador de Izquierda Unida. Anguita se ha ido como uno de los referentes de la dignidad política en España. Los otros o son caricaturas o ya no están en la memoria.”
Hasta siempre.■
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