16 febrero 2021

#JavierEscorza - Petirrojo, visitante invernal

El petirrojo europeo es habitual durante el otoño y el invierno y tiene esta bonita apariencia agradable por su característico pecho rojizo y por sus bellos y brillantes ojos negros que le confiere un aspecto rechoncho y amable, siendo fácilmente reconocible. Foto: Javier Escorza


El petirrojo europeo (Erithacus rubecula) es un pequeño y bello pájaro, fácilmente reconocible por su pecho rojo, siendo muy popular por ser un visitante muy común en zonas humanizadas durante la estación invernal.

Machos y hembras son idénticos en tamaño y en coloración, teniendo un dorso de color cobrizo y un vientre blanquecino, pero destacando su amplia mancha anaranjada que se extiende por su pecho, mentón y cara. Es un ave típicamente insectívora, alimentándose de hormigas y sus huevos, gusanos, así como todo tipo de insectos diminutos y pequeñas arañas que busca fundamentalmente en el suelo: su constitución de patas largas y postura erguida indican que su vida pasa mucho tiempo a saltos por el suelo forestal buscando ese alimento. En otoño e invierno, cuando los insectos y arácnidos escasean, complementa su dieta con frutos y bayas de zarzas, espinos, lentiscos, … , siendo muy habitual en jardines y huertos, donde, al tolerar bastante bien la presencia humana, busca entre la tierra removida lombrices e insectos.

Esta amplitud alimentaria le permite permanecer en nuestro territorio aunque vengan nevadas o las temperaturas lleguen a bajo cero. Posteriormente, al llegar la primavera, realiza desplazamientos a zonas próximas más montañosas, eligiendo zonas de bosques de media y alta montaña o bosques de ribera donde reproducirse; en zonas más septentrionales, también nidifica en zonas de campiña, huertas e incluso parques y jardines.

Este bello pájaro podemos encontrarlo por toda Europa, especialmente en la parte meridional y occidental, extendiéndose en verano a zonas europeas más septentrionales y orientales; en invierno, algunos ejemplares se desplazan hasta el norte de África, sobre todo en la parte noroccidental del continente, a donde llegan a través del estrecho de Gibraltar para invernar.

Su proximidad a los humanos, especialmente en huertos y jardines, permite verlo de cerca, pudiendo observar su forma y colores; llama la atención sus bellos ojos redondos y su brillante mirada, donde en ocasiones sentimos que podemos leer en ella algo que parece transmitirnos. Para los ingleses es un ave común durante todo el año y casi la consideran ave nacional a la que llaman Robin. Recuerdo también de pequeño la historia que nos contaban de cómo un petirrojo le sacó una espina a Jesús cuando ya estaba colgado en la cruz, ayudándole a aliviar su dolor y en ese acto, saltó una gota de sangre a su pecho, que le dio ese color anaranjado divino. No obstante, la ciencia ha demostrado que el rojo de su pecho, muestra un color y un aspecto planteado para la defensa del territorio y donde el éxito de defenderlo adecuadamente es cuestión, a veces, de vida o muerte.

El petirrojo es un cantante incansable y en las mañanas del final del otoño e principio del invierno, justo cuando sale el sol, es habitual escuchar sus bellos trinos.

 

VISITANTE INVERNAL. Está presente en toda Europa y ya en otoño y sobre todo en la época invernal, realiza pequeñas migraciones hacia zonas más meridionales, donde pasará la época fría, incluso aunque haya nieve, siendo capaz de encontrar alimento en huertas y riberas, buscando entre la hojarasca o en los troncos viejos pequeños animalillos que cuando escasean demasiado los sustituye por diferentes bayas silvestres o frutos diversos. Foto: José Luis Lagares


CEBANDO A SUS CRÍAS. Suele criar en zonas de media y alta montaña y como muchas aves, antes de la emancipación definitiva de sus crías, les enseña a buscar su alimento por el entorno donde ha construido el nido, capturándoles todo tipo de pequeños animalilllos, muy abundantes en la época primaveral, dándoles el aporte proteico tan necesario en el crecimiento. Foto: José Luis Lagares



CEBANDO A SUS CRÍAS. Suele criar en zonas de media y alta montaña y como muchas aves, antes de la emancipación definitiva de sus crías, les enseña a buscar su alimento por el entorno donde ha construido el nido, capturándoles todo tipo de pequeños animalilllos, muy abundantes en la época primaveral, dándoles el aporte proteico tan necesario en el crecimiento. Foto: José Luis Lagares

 



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