04 diciembre 2020

#IgnacioArasanz - #CCOO - El programa político de la clase trabajadora y los sectores populares del mundo rural

Ignacio Arasanz. Responsable Acción Sindical CCOO Andorra

Que los sectores en lucha por reivindicaciones justas y colectivas han estado y están desunidos no supone una novedad, ni necesita de un gran análisis para concluir esto. Es la situación habitual de cualquier Régimen económico-político cuando no se encuentra en una crisis estructural, y más cuando no hay un poder alternativo con una propuesta económica, política y social que aúne los fervientes objetivos progreso. Sólo en los momentos de crisis estructurales y de lucha por un Programa común suceden los grandes cambios históricos.
Luchar-estudiar, estudiar-luchar. Resulta una cadena interminable e imprescindible. La realidad nos desbarata o nos enseña aún mejor la certeza de nuestras ideas. Que el desarrollo del sector terciario demuestra el avance de las sociedades del primer mundo es evidente. Pero esto nos lo han vendido como si fuera el principal valor económico, somos las prostitutas de la Unión Europea y no en sentido figurado. Una economía afincada en el ladrillo especulador y el turismo de sol, alcohol y prostitutas para veraneantes y jubilados de los países dirigentes de la economía europea (Alemania, Francia, Holanda, Dinamarca, etc). Es decir, empresarios del turismo han explotado a miles de camareros con sueldos en negro y bajas cotizaciones; y puteros y empresarios proxenetas han prostituido a miles de mujeres en favor de extranjeros alemanes que han venido a España porque para su nivel de vida somos calderilla. 

En España somos las prostitutas de la Unión Europea y no en sentido figurado. Una economía afincada en el ladrillo especulador y el turismo de sol, alcohol y prostitutas para veraneantes y jubilados de los países dirigentes de la economía europea (Alemania, Francia, Holanda, Dinamarca, etc).

 

Pero la realidad, no es lo que cuentan los economistas ultra-liberales. Que la industria es el motor económico de cualquier país es una evidencia que sabemos todos. Y la realidad del cierre de la Central Térmica de Andorra y las consecuencias del Covid-19 lo han vuelto a demostrar. No hace falta que la mayoría de puestos de trabajo o que la facturación industrial sea mayoritaria en la economía para comprender que se depende de ella. El núcleo económico de basa en el consumo industrial de materias primas y su transformación para su posterior reutilización o venta. El cierre de la Térmica, además de los puestos directos, supone cierre de talleres, minas, transportes, tiendas, bares y cualquier otro puesto de trabajo que dependa de la disponibilidad de un sueldo digno de otros para consumir. Una pequeña industria marca la diferencia, pero primero se privatizó ENDESA y ahora no se es capaz de Planificar Públicamente la Economía Española para implementar pequeñas industrias dispersas por pequeñas regiones. Solo así se acabaría con la España despoblada, y no con localismo oportunistas que no ven más allá de asfaltar una carretera. La industria pública debe pertenecer a nuestro Gran Programa Político.

Además el Coronavirus ha demostrado que el desguace de la producción industrial durante décadas ha impedido el rápido suministro de materiales de prevención laboral. Los primeros meses se enviaron a los trabajadores sin protecciones, y no por maldad, sino porque no había otra opción, no producimos lo suficiente y los comerciantes internacionales se frotaron las manos para especular con nuestro dinero y nuestras vidas.

Y otro ejemplo. Ha habido un gran crecimiento de ganadería porcina en nuestra provincia. Familias entrampadas por créditos para la construcción de una granja integradora con el único objetivo de poder vivir en su pueblo y no emigrar. Si esa carne se sacrifica, se envasa y se distribuye desde centros económicos fuera de nuestra región, con obreros sufriendo problemas de salud y dignidad evidentes, vamos a situarnos en las mismas. Producimos materias primas como el ganado, pero no lo transformamos industrialmente, que es donde el valor del producto deja más dinero. 

No es lo mismo batirse el cobre en un escaño o en un ministerio cuando nunca has sido asalariado, ni el bien de tu familia ha dependido de ganar o perder en la última huelga de tu empresa o en el próximo convenio colectivo negociado con el mediano o gran empresario de turno.

 

La defensa de los servicios públicos en el mundo rural

Y ahora el cierre de la Oficina de la Seguridad Social en Montalbán. Quien argumenta la jubilación del funcionario y la falta de convocatoria de oposiciones es indefendible. Ha sucedido eso, sí. Pero que la administración no sea capaz de proveer el puesto mediante funcionariado de carrera, interino o contrato laboral es vergonzante. Ahora lo van cubrir de un itinerante una vez a la semana. Que nadie se piense que ni siquiera ese pequeño paso se hubiera dado sin la lucha constante durante cientos de días por el vecindario de Cuencas Mineras. Pero también sabemos que esto no es suficiente y se va a continuar hasta que el puesto se cubra al 100%. La garantía de servicios públicos también debe entrar en el Gran Programa Político.

Nuestro Gran Programa Político debe ser el conformado por una serie de líneas maestras que se deben forjar en el estudio y el aprendizaje continuo que nos aporta la experiencia de pequeñas luchas concretas y prácticas, victorias y derrotas. Pero sobre todo de las derrotas. Necesitamos luchar por una industria y servicios públicos dignos. Abandonar el camino no es una opción, comprender que tenemos principios irrenunciables y que toda organización sindical, partidaria o social debe ser como un intelectual colectivo, que mediante el estudio, la lucha y el acuerdo de las mejores decisiones en cada momento se puede conseguir todo. Y esos mismos principios implican discutir y acordar gracias a nuestro encuentro en las luchas concretas, pequeñas o grandes, nuestro Gran Programa Político. Tener claro que pertenecerá a quién lo haga suyo en sus luchas sindicales, políticas o sociales. De nada nos sirve personas con buena voluntad y puestos de poder cuando no ejecutan lo que han predicado. No es lo mismo batirse el cobre en un escaño o en un ministerio cuando nunca has sido asalariado, ni el bien de tu familia ha dependido de ganar o perder en la última huelga de tu empresa o en el próximo convenio colectivo negociado con el mediano o gran empresario de turno. Ni es lo mismo batirse el cobre en un escaño o en un ministerio cuando nunca has tenido que entrampar el futuro personal y familiar por el crédito bancario que te permite iniciar o continuar con tu explotación ganadera o agrícola de cereal, olivos o almendros. Marcelino Camacho sabía eso, y por ello se batió el cobre como un león en el Congreso como diputado comunista. Porque el éxito o fracaso de su acción parlamentaria repercutía directamente sobre la clase trabajadora, la clase a la que él pertenecía. Con nosotros quien quiera, pero sabiendo que sólo el pueblo salva al pueblo. Sólo las mujeres y hombres que saben que su bienestar depende de su lucha se va a implicar hasta las últimas consecuencias.■

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