04 septiembre 2020

#JorgeAbril - Alcañiz Piensa

Jorge Abril. Concejal Cultura Ayto. Alcañiz


Mi querido amigo Raúl Andreu me pidió un artículo de opinión, para la revista CyC y, en esta ocasión les propongo navegar en el laberinto de la ciencia filosófica, o mejor dicho: El simple ejercicio de la reflexión y análisis de lo obvio.

Lo maravilloso de la Filosofía es el juego de contradicciones que acompaña a su ciencia: nuestra sociedad, por un lado la concibe como una materia en cierto modo inútil, abstracta y carente de futuro en un mercado laboral cada vez mas automatizado, y por tanto, en una sociedad cada vez más adicta al consumo de emociones el ejercicio de la reflexión por la reflexión se antoja una empresa inútil. 
Aristóteles, en una de sus obras más importantes “Metafísica” afirmó “Todos los hombres por naturaleza desean saber”, y esa afirmación navega con el hombre desde que nuestra especie tiene plena conciencia de su existencia y su lugar en el cosmos, incluso en época de instagram e influencers. En este sentido la filosofía, a diferencia de los libros de autoayuda y el desarrollo personal, que nos aportan manuales a la carta para lidiar con el vacio, la depresión o la tristeza, quizás el valor de la dicha ciencia radique en la capacidad que tiene para ayudar a formular preguntas universales que permanecen vigentes y a través del estudio de diferentes teorías y corrientes fomentar el pensamiento crítico. En resumen, darnos permiso para ver desde diferentes prismas los problemas que nos ocupan y nos preocupan. Hobbes acuñó una frase muy acertada: “El día en que yo nací mi madre parió dos gemelos. Yo y mi miedo”. Pues bien, ese ejercicio de pensamiento crítico puede ayudarnos a tomar una perspectiva constructiva de nuestros miedos y preocupaciones personales.

Las corrientes de pensamiento han nacido en contextos complicados y convulsos, y han ayudado a poner en contexto el momento histórico determinado por el cual les ha tocado vivir.

Las escuelas helenísticas y romanas tuvieron como hilo conductor dotar al hombre de cierta serenidad y estabilidad como respuesta a una sociedad que había perdido el modelo de vida que tenían previamente, y en consecuencia ayudaron a fortalecer la tradición mística de oriente con el desarrollo de la razón y la lógica desarrollado en la Grecia Antigua.


Desde el Ayuntamiento de Alcañiz entendemos que la mejor contribución al momento actual que podemos hacer es fomentar algo que forma parte intrínseca de nuestra naturaleza: El uso y desarrollo del pensamiento reflexivo, no tanto para encontrar respuestas a problemas complejos, si no más bien para tratar un camino que nos lleve a tejer una sociedad más madura más libre e independiente.

Para ello, nos hemos propuesto reformular el papel de Instituto de Estudios Humanístico y continuar valorando el legado de nuestros humanistas, pero adaptarnos al contexto de nuestro siglo actual y, como pasó con la famosa Academia de Alcañiz durante el renacimiento, crear en nuestra ciudad un foro permanente de reflexión y debate sobre valores, filosofía y ética. Alcañiz Piensa.

Ya para finalizar, recuerden: la felicidad se aprende a llegar a ella entrenando y aprendiendo la experiencia del placer del presente.

Juan Sobrarias escribió “a Alcañiz, nuestra tierra natal, y a esta vuestra república cuyo amor, como afirma Cicerón, debe de estar por encima de lo más grato y de lo más querido por cada uno de nosotros”.

Les invito a que vayan al Castillo y vean como atardece en nuestra ciudad. Los problemas de cada uno continuarán, pero seremos más felices con el simple ejercicio de sentirnos vivos y presentes.

 

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